El manejo del endeudamiento público se rige con los mismos principios de la deuda contraída en el hogar, de que debe ser pertinente, moderada, redituable o rentable, con obligada vinculación a la calidad del gasto o de la inversión.
La deuda impacta siempre sobre la ejecución del presupuesto familiar o del Estado, pero hay quienes mercadean a nivel familiar o de gobierno la idea de que el monto del endeudamiento no es oneroso, para lo cual lo comparan con el Producto Interno Bruto (PIB) o a la riqueza acumulada en el fuero familiar.
Un jefe o jefa de hogar justificaría el nivel de la deuda bajo el alegato de que es relativamente menor al valor de sus bienes muebles e inmuebles y a los ahorros o depósitos que poseen en los bancos, lo que resulta un argumento válido.
Lo mismo ocurre con quienes afirman que el volumen de la deuda pública, en vez de crecer se ha reducido si se le compara con toda la riqueza nacional contada en un año (PIB), que hoy supera los 110 mil millones de dólares.
Un reporte la Dirección General de Crédito Público, revela que el endeudamiento dominicano equivale a un 45.1 del PIB, ponderación menor al 2022, cuando alcanzó 45.4. Aunque pueden corresponderse con la realidad esas cifras son a los fines prácticos, fantasiosas.
En términos absolutos, la deuda pública aumentó en menos de tres meses (diciembre 2022- febrero 2023) en US$2,711.6 millones, para situarse en US$54,666.1 millones, (5.22%), señal de que el monto crece de manera sostenida, aunque baja en términos relativos.
Es verdad que el valor de la deuda aumenta en forma preocupante, pero también es verdad que experimenta una ligera reducción al compararla con el PIB nominal. Entonces, ¿cuál es el problema? Que lo que impacta en término real en la ejecución del presupuesto público es el valor absoluto y no el relativo.
El servicio de la deuda pública representa el 28% del monto total del Presupuesto del Estado, lo que quiere decir que más de 300 mil millones de pesos se destinan al pago de deuda.
Los ingresos por tributos y aranceles constituyen “un estimado”, en tanto que el gasto público se configura en una ley, por lo que el egreso siempre será mayor al egreso, en razón de que la presión tributaria (porcentaje de las recaudaciones en proporción al PIB) no supera el 14.5%.
La reducción del endeudamiento público en proporción al PIB, es una fantasía que oculta la traumática relación entre deuda pública, déficit fiscal y calidad del gasto público, como lo demuestra que desde 2019 la deuda se incrementó en US$18,613.6 millones, aunque en términos relativo disminuyó de 50% a 45.1%.
Por Orión Mejía