Uno de los más grandes problemas que tuve que enfrentar en el proceso de formación de mi hija, fue el apego fuera de lo común que ella manifestó por ese artefacto desagradable, que se convirtió en una especie de sedante para los niños de esa época: El bobo.
Cuando por desgracia, este se extraviaba, o en su defecto, se rompía, era mejor vender el alma al diablo, que soportar los gritos desenfrenados de esa niña. Lo más triste del caso, es que llegó a usarlo, aun cuando ya hablaba.
Todas las terapias verbales, amenazas, remedios caseros que a algunas amigas les dieron resultados, conmigo constituyeron un fracaso… Hasta que un día, se me cruzaron todos los cables, y mirándola con cara de loca, la amenacé, y además le mentí afirmando que el bobo cayó donde había heces fecales de perro (claro que no utilicé un término tan fino), con tanta firmeza, que parece que ella me cogió miedo, lloró un poquito en la noche, y como mantuve la firme actitud, se dio por vencida.
Hoy los recursos para idiotizar a los pequeños, son más sofisticados, no es necesario hervirlos para higienizarlos, vienen en diferentes formas y tamaños, y aunque los usuarios apenas conozcan algunas letras del abecedario, los manejan a la perfección: Los celulares.
Ahora cuando las madres no quieren asumir su responsabilidad, le entregan sus celulares a los pequeños, para que estos realicen la labor de idiotizar que realizaban los indeseables ´´bobos´´ del ayer.
Hace unos días, en un programa de televisión, vi a una niña de meses, con ambos dedos pulgares totalmente deformados, debido a que la persona que la cuida, afirmó de manera muy cínica, que la infante usaba el aparato un promedio de ocho horas.
Soy una fiel defensora de la tecnología y de la estimulación temprana en los niños, ya que los resultados obtenidos son indiscutibles; con lo que estoy totalmente en desacuerdo es con esta actitud de algunos padres que, por evadir su responsabilidad, exponen a los niños a una tecnología para la cual aún no tienen la madurez necesaria, sumando a esto la falta de supervisión. El celular es a mi juicio, el bobo de este siglo.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica