El Gobierno no se decide aun cuál de las reformas económicas, sociales y políticas introducir en la anatomía de la sociedad ante el riesgo de que los efectos de cualquiera de esas medicinas cierre el catéter previamente colocado o provoque algún tipo de convulsión sobre el paciente.
Nunca antes la población se había empoderado tan intensamente con un proyecto que como el de la reforma fiscal o tributaria, aun no se revela su contenido, pero el presidente Luis Abinader parece más entusiasmado con el proyecto de reforma constitucional.
Lo cierto es que ya sobre el torrente sanguíneo nacional se ha colocado el catéter para introducir un conjunto de reformas, que además de la tributaria y la referida a la Carta Magna, incluye la seguridad social, laboral, Educación y eléctrica, entre otras.
Todos esos fluidos tienen efectos secundarios de gran envergadura y algunos ponen en riesgo la propia estabilidad del paciente, por lo que para el Gobierno no resulta fácil decidir por dónde comenzar, aunque parece que la reforma fiscal amerita mayor urgencia.
Es poco lo que la ciudadanía sabe sobre la pertinencia ahora de una modificación al Texto Sustantivo, aunque el presidente Abinader adelantó que el propósito sería para introducir un candado contra apetencias de perpetuarse en el Poder y para garantizar la independencia del Ministerio Público.
La ciudadanía ha llegado a entender que la estabilidad económica de la nación y su garantía de crecimiento dependen de una reforma fiscal o tributaria que reduzca sustancialmente el déficit fiscal, lo que entraña también disminuir el gasto público e imprimirle mayor calidad y eficiencia.
La gente no parece convencida sobre las bondades de una reforma constitucional, ni menos aún de la conveniencia de que se introduzca primero ese efluvio en la cánula que ha sido colocada en la anatomía colectiva para recibir medicamentos de efectos más urgentes y necesarios.
Una reforma al sistema de seguridad social es ya perentorio, tanto por el lado de las administradoras de riesgos de salud, como del sistema pensional, lo que estaría conectado con la instauración del servicio de salud de atención primaria, financiado con recursos generados por la modificación tributaria.
Por ese catéter ya colocado en el cuerpo social debería inyectarse primero el medicamento referido a la reforma fiscal porque tendría un efecto vinculante con todos los proyectos de modificaciones económicas, sociales y políticas y porque ahora una eventual modificación de la Constitución luce más como cirugía estética.
Por Orión Mejía