Desde que el gobierno dominicano decidió, a principios del pasado año 2022, construir una “verja perimetral inteligente”, el famoso muro que, a decir de este, permitiría establecer un mejor control de los pasos fronterizos, me preocupó el desenlace que dicha construcción pudiera acarrear, sobretodo, por lo impredecibles que resultan los arrebatos de nuestros vecinos.
Como es por todos sabido, no importa que tan solidarios nos mostremos ante Haití, en el momento menos esperado, nos fustigan ante los organismos internacionales tildándonos de racistas, xenófobos y cuantos epítetos negativos se les ocurran, amparados en su ya sempiterno papel de víctimas y la mirada cómplice de la dichosa comunidad internacional.
No sé a quién o a quienes se le ocurrió la brillante idea de construir el bendito muro, dejando una franja de terreno dominicano entre el país vecino y el nuestro. Supuse de inmediato que, con el correr de los días, ellos lo considerarían de su propiedad. Claro, si estamos de este lado del muro, la “carretera” les pertenece.
Ahora resulta, que nos enteramos de que un grupo de nacionales haitianos intentó impedir el patrullaje que realizaban miembros del Ejército Nacional dominicano, bajo el alegato de que éstos lo hacían del lado haitiano. Lo que ha sido calificado por nuestras autoridades como una provocación por parte de los vecinos.
Esto se suma al conflicto generado el pasado mes de septiembre, debido a la construcción de un canal para desviar el agua del río Dajabón (Masacre), lo que provocó que el Gobierno dominicano cerrara la frontera entre ambos países.
Y tienen razón las autoridades dominicanas en considerar el hecho como una provocación, pero en lo que no tienen razón, es en no haber previsto lo ocurrido. A caso no han mentido para desacreditarnos ante los organismos internacionales, entonces es lógico pensar que aprovecharán cualquier pretexto para seguir alimentando sus denuncias. Saben cómo sacar provecho de cualquier situación, cuando se trata de la República Dominicana.
La frontera entre la República Dominicana y Haití está perfectamente delimitada y es del conocimiento de todos.
Por suerte, según las informaciones ofrecidas a través de los medios, las autoridades dominicanas envueltas en el conflicto no se dejaron provocar.
Debemos evitar a toda costa, cualquier atisbo de disturbio que pudiera ser aprovechado para echar más leña al fuego, con respeto a las complicadas relaciones entre ambas naciones, ya que son de carácter obligatorio, territorialmente hablando.
Por Daniel Rodríguez González