En mi relato anterior traté sobre el rompimiento de Juan Bosch y Peña Gómez. Antes de que eso pasara, Peña me mostró el gran corazón que tenía, porque nuestro padre pasó a formar parte del movimiento sindical del PRD después de haber sido secretario general de una división del FOUSA, supuestamente comunista.
El FOUSA-CESITRADO, formado por un grupo de dirigentes de FOUSA que se fue asesorado por ORIT, AFL, CEIOE, Instituto para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IDSL), estaba ascrito a la Embajada Americana.
Como consecuencia, muchos de los dirigentes no estuvieron de acuerdo con el nombre nuevo, que era Condenación Nacional de Trabajadores Libres, “CONATRAL”, ni la linea política que se ejecutaría, la cual siempre era ordenada a través del Departamento Laboral de la embajada estadounidense en el país.
En ese tiempo, y pasada la revolución constitucionalista de 1965, el movimiento sindical había avanzado enormemente y la izquierda, con el MPD a la cabeza, dirigía la mayoría de las organizaciones sindicales, lo que motivó al PRD, que no solo había ganado las elecciones del 20 de diciembre a la Unión Cívica Nacional (UCN), sino que había logrado crear conciencia democrática en el seno del pueblo.
Su poder en el área sindical era muy reducido, lo que motivó que el profesor Juan Bosch ordenara la creación de un departamento sindical del PRD, que se llamó Buró Sindical Nacional (BSN) y que dirigía Miguel Soto, un antitrujillista con gran conocimiento en la clase obrera y quien se rodeó de Marcos de Vargas, Pedro Julio Evangelista, Gabriel Ventura, Decena Enrique, Dorvill Amadeo, Lorenzo Ramírez, (Mani), José Dolores Bautista, (Lolo), Armando Cruz Flores, Julio Colón y nuestro padre, David Williams Roldán, entre otros.
A raíz de la derrota que sufrió el PRD y Juan Bosch, cuando Balaguer, mediante un fraude colosal, fue electo presidente en 1966 y ante la potencial salida de Bosch a España, con un gobierno que se instaló y que tenía la determinación, por orden de los sectores de poder, de desmemorizar los vítores revolucionarios que habían hecho posible los acontecimientos del 24 de abril de 1965 y cuya responsabilidad estaba depositada en los hombros de José Francisco Peña Gómez.
Esa citación hace que el pueblo conozca más el lado humano de ese gran líder.
Por David Williams
*El autor reside en Nueva York
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