La frontera entre México y Estados Unidos
Los Estados Unidos y México comparten una frontera de 3,185 km, que se inicia en la desembocadura del Río Bravo con el golfo de México, la región a lo largo de la frontera se caracteriza por tener desiertos, montañas y dos ríos importantes: Colorado y el Río Grande (Río Bravo del Norte).
Los Estados estadounidenses a lo largo de la frontera, de Oeste a Este, son California, Arizona, Nuevo México, y Texas. Los Estados mexicanos son Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, y Tamaulipas.
En los Estados Unidos, Texas tiene la parte más larga de frontera internacional de cualquier estado, mientras que California tiene la más corta. En México, Chihuahua tiene la más larga y Nuevo León la más corta.
Desde el establecimiento de la frontera en 1909 se han registrado flujos fronterizos entre ambos países, tanto en forma legal como ilegal, la inmigración irregular ha provocado la implementación de acuerdos binacionales o unilaterales para regularizarla, contenerla o controlarla.
Además hay problemas causados por grupos estadounidenses opuestos abiertamente a la inmigración, que crean grupos civiles de patrullas en la frontera, para detener y entregar a los irregulares a las autoridades, se trata de varias milicias que tienen presencia en la zona fronteriza y que realizan operativos de búsqueda y captura de migrantes, sin tener consentimiento expreso de las agencias federales, ni la facultad para realizar este tipo de detenciones ni de hacer uso de sus armas para esos fines.
Esta situación expone a los migrantes a constantes abusos y riesgos de muerte, lo que asociado a las denuncias de Human Rights Watch sobre abusos cometidos por funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, agentes de la Patrulla Fronteriza y funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, principalmente entre los años 2016-2021, constituyen groseras violaciones a los derechos humanos de los migrantes.
En unos 160 documentos del gobierno de los Estados Unidos obtenidos por Human Rights Watch, se detallan la conducta indebida y abuso de solicitantes de asilo por parte de funcionarios estadounidenses, que incluyen acusaciones de abuso físico, sexual y verbal, violaciones del debido proceso, condiciones de detención severas, denegación de atención médica y trato discriminatorio en la frontera o en sus proximidades.
El flujo migratorio de México a Estados Unidos ha aumentado notablemente en las décadas recientes. Este flujo es mayormente indocumentado, propiciando riesgos tanto para los migrantes, como para el país receptor y el país emisor, en las Américas se presentan los flujos migratorios más grandes del mundo. Mientras que México se ha convertido en el mayor exportador de migrantes, Estados Unidos ha llegado a ser el mayor receptor de migrantes a nivel mundial.
Este panorama ha llevado al endurecimiento de la vigilancia en la frontera entre los dos países y a que a partir de 1994 Estados Unidos iniciara la construcción del muro fronterizo, formado por una barrera física de unos 900 kilómetros de extensión en la zona fronteriza de Tijuana.
El muro incluye tres barreras de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos con visión nocturna conectados a la policía fronteriza estadounidense, así como vigilancia permanente con camionetas todoterreno y helicópteros artillados.
Todas estas medidas han hecho más difícil el paso de los inmigrantes irregulares, lo cual los obliga a cruzar la frontera en zonas peligrosas para la vida humana, como los desiertos o la corriente rápida del río Bravo, lo que ha convertido esta frontera en la más letal del continente: según la ONU, en 2019 murieron 497 personas y, desde 2014, 2.403 personas fallecieron tratando de cruzar la frontera.
A pesar de toda esta situación de endurecimiento de la vigilancia en la frontera entre ambos países, a partir del mes de octubre del 2018, miles de migrantes de Centroamérica, Haití, Cuba y otros países con una alta presencia de niños y niñas no acompañados o separados entran en el territorio mexicano con el objetivo de llegar a Estados Unidos, estos flujos migratorios aumentaron considerablemente con las grandes caravanas migratorias que se produjeron los años 2018,2019,2020 y 2021.
En 2018 fue la primera y más grande caravana migrante, que comenzó en San Pedro Sula ,Honduras con más de 1,000 personas, la que en su trayecto llego a congregar más de 7,000 personas, según estimaciones de La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se registraron unas cinco en total en ese año; en el año 2019 se produjeron otras 4 caravanas, la sexta con 500 personas, la séptima por 1,200 personas, la octava 1,800 y la novena 1,000, casi todas partiendo de San Pedro Sula Honduras.
En 2020 continuo el éxodo migratorio y la primera caravana en tiempos de Coronavirus inicio con alrededor de 500 personas, en 2021 se registró otra caravana con alrededor de 9,000 personas, esta caravana fue disuelta por las fuerzas de seguridad en la frontera guatemalteca, en el 2022 una caravana migrante que partió de Tapachula, en el sur de México, rumbo a Estados Unidos se disolvió el 3 de Abril de este año, luego de que autoridades mexicanas acordaran agilizar los trámites migratorios de sus integrantes.
La aparición de estas caravanas fue un grito social y político que cambió el rostro de la migración que conocíamos. Los que salían de su país de origen lo hacían gritando que no se van, sino que huyen de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en su país y que no lo hacían solos, con la cabeza baja, sino orgullosos, a plena luz del día y, sin pretenderlo, con un poderoso mensaje de protesta en la boca.
La situación de la frontera entre México y los Estados Unidos es altamente complicada ya que miles de migrantes irregulares Centroamericanos, cubanos, haitianos y de otras nacionalidades tratan de alcanzar el llamado sueño americano, país que tiene una población de casi 57 millones de latinos, de los cuáles el 63% son mexicanos y con un aumento sostenido de los países del triángulo norte Centroamericano, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Es tal el movimiento migratorio entre México y los Estados Unidos que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de EE.UU. detectó a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México en el año fiscal 2021, asimismo las autoridades mexicanas han interceptado a 228.115 migrantes y deportado a 82.627 de enero a octubre de 2021, números no vistos en más de 15 años. Además, 123.000 migrantes han solicitado refugio en los primeros once meses del 2021, otro récord absoluto pues en años anteriores se llegaba a unas 40.000 peticiones.
Los flujos migratorios en esta frontera continúan en aumento y es altamente factible que la migración mexicana y de otras nacionalidades a los EE. UU. persista y se reproduzca en los años subsecuentes, por lo que aumenta también la preocupación, sobre el tratamiento que se dará a todas estas personas muy vulnerables que solo buscan laborar en los países en los que hace falta su fuerza de trabajo.
Como parte de esas preocupaciones es muy positivo el viaje del presidente Mexicano Andrés Manuel López Obrador , quien viajó recientemente a Guatemala, El Salvador, Honduras , Cuba y Belice, señalando que, ‘Estados Unidos debe apoyar a la región con visas temporales de trabajo para que los centroamericanos puedan ir a laborar en aquel país donde, aseguró, hace falta fuerza de trabajo, una paradoja que hace falta fuerza de trabajo en Estados Unidos y Canadá, y aunque hay en Centroamérica, se contiene, se evita que lleguen”, lamentó.
Esta frontera necesita un sistema de inmigración más humanitario, de modo que las solicitudes de ingreso sean escuchadas más rápidamente, para que los migrantes no permanezcan viviendo en condiciones a menudo peligrosas, en México, y a lo largo de la frontera, no olvidemos que la llegada a los Estados Unidos es la última esperanza de estos migrantes que han decidido viajar por el mundo, a través de terrenos peligrosos y en condiciones horribles, hacia una frontera que probablemente no podrán cruzar de manera legal.
Hay que proteger la frontera, pero también hay que garantizar los derechos de los migrantes, lo que se debe abordar desde las causas de fondo de la migración ya que la gente no sale de sus pueblos, no abandona a su familia por gusto, lo hace por necesidad y falta de oportunidades, la idea debe ser aumentar las oportunidades de trabajo. Mediante el impulso de medidas económicas con la cooperación de los Estados Unidos, principalmente en los países del Triángulo Norte de Centroamérica –Guatemala, El Salvador y Honduras– para frenar los flujos migratorios de la región.
Para avanzar en la gestión del fenómeno migratorio, se hace necesario combatir la pobreza, la inseguridad, la violencia y la falta de oportunidades, lo que sería posible con la implementación de políticas de cooperación y de solidaridad entre los países de la región, de modo que se logre dentro de lo posible un flujo migratorio seguro, ordenado y regular.
Por Luis Fernández
*El autor es político y comunicador
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