El tiempo es el peor enemigo de un jefe de Estado que diariamente debe batallar con las manecillas del reloj para cumplir con el enorme un cúmulo de tareas, quien también debe dedicar algún momento del día a la reflexión, sin la cual no sería posible desempeñar exitosamente sus delicadas funciones.
Lo de peor enemigo se lo escuché a Juan Bosch en una merecida reprimenda por la manía mía de llegar tarde a mis funciones de mandadero. “Usted está confabulado con mi peor enemigo”, me dijo aquel día por un retraso de 15 minutos.
La maquinilla del maestro comenzaba a vociferar antes de las seis de la mañana, por lo que a la llegada de sus colaboradores eran muchos los textos escritos sin ninguna mácula que de inmediato serían distribuidos hacia las diferentes áreas del Partido.
Creo prudente transmitirle hoy al presidente Luis Abinader lo que hace 47 años me espetó Bosch, al advertirme que el “tiempo es mi peor enemigo”, y agrego yo, de un jefe de Estado que como él debe lidiar con tantos retos y problemas.
Tengo la impresión de que el Presidente ha logrado en cierta manera doblegar al tiempo, o al menos usar con mayor intensidad la cuota de las 24 horas, pero creo que algunos de sus colaboradores están confabulados con ese implacable verdugo.
Como periodista he aprendido que la vida misma depende del uso provechoso del tiempo, como cuando Radhames Gómez Pepín, y hoy Bolívar Díaz Gómez, me colocan pies sobre el cuello para que entregue a tiempo un material en el periódico.
Esta es una reflexión que nada tiene que ver con política, pero si con una legítima preocupación ciudadana ante el hecho cierto de que el presidente Abinader opta por suplir deficiencia de algunos de sus funcionarios, arrastrando para sí responsabilidades de subalternos.
Bosch también me dijo que un líder debe pensar, reflexionar sobre temas importantes o trascendentes y no distraer el tiempo en situaciones heredadas de la incompetencia de sus colaboradores.
El Presidente no debería dilapidar tiempo en reuniones técnicas sobre seguridad ciudadana, educación, medio ambiente o cualquier otra área relacionada con políticas públicas, porque al mandatario le está señalado decidir en torno a las alternativas de soluciones que planteen sus colaboradores.
Este escrito solo tiene el propósito de advertirle al presidente Abinader que su principal enemigo es el tiempo y que algunos de sus funcionarios están asociados o confabulados con ese peligroso adversario.
Por Orión Mejía