Tocar este tema nunca había sido de nuestro agrado porque tenemos una visión clara de la fe en el Divino Creador, y, aunque a veces faltamos a sus reglas dadas a conocer a través de su unigénito Divino Rabí de Galilea, conocido mundialmente como Jesús de Nazaret, no dejamos de pensar y actuar tratando lo más cercano posible de cumplir con lo establecido en la Tabla de la Salvación.
Reseteando nuestro disco duro personal y reposicionando en nuestra memoria algunos recuerdos de nuestros primeros años con conciencia en este mundo terrenal, cuando por convicción, inducción y admisión decidimos tomar el camino de la fe católica, apostólica y romana, hasta que una cuadrilla de adultos en la ruta de la obsolescencia espiritual arraigada, decretaron la expulsión de varias decenas de jóvenes que nos conglomeramos en la bien recordada ¨Jupasapea¨, que no era más que la Juventud Parroquial de San Pedro Apóstol, en el sector de Villa Consuelo, una entidad surgida de la para la época pujante y combativa Pascua Juvenil.
Esos propietarios de la mencionada franquicia parroquial no les importó la calidad humana de quienes componían esa agrupación juvenil, ni mucho menos de quienes éramos vástagos, procediendo, sin mediar palabras ni aceptar apelación, a expulsarnos de toda actividad católica religiosa generada en la Iglesia San pedro Apóstol, tildándonos a los afectados de comunistas.
Ningunos de ellos eran más fervorosos que los desterrados, estos eran hipócritas vestidos de religiosos, aguanteros, prestamistas, usureros, asociados en secretos con consortes, en pocas palabras, eran unos charlatanes que usaban a Dios para sus incorrectas e inmorales acciones.
Fruto de esa experiencia algunos permanecieron fuera de la religiosidad. Debo confesar que pertenecemos a una generación de muchachos buenos, no todos continuaron por los senderos de la fe y algunos que otros se descarriaron. Los malos ejemplos doblegaron a aquellos que no tuvieron la valentía de aceptar que la salvación es individual.
Traigo todo eso a colación porque en los últimos tiempos hemos visto como viene creciendo el lucrativo negocio del pastoreo religioso protestante, esos que pensando que están engañando a sus hermanos en la fe que le rodean, hacen y deshacen toda clase de diablura amparado en un escudo perverso de ser propagadores de la fe cristiana. Craso error el que cometen, se están engañando ellos mismos, al Creador de los cielos y la tierra no se engaña, su pasaje directo a las llamas ardientes del infierno está asegurado.
No son uno ni dos los sectores donde la imprudencia, el irrespeto de falsos cristianos, negociantes de la fe, han irrumpido a despojar de la tranquilidad del sector para con sus altoparlantes llevar el supuesto mensaje de la palabra y lo que hacen es convertirse en doctores Merengues modernos, hablando según en ellos en lengua, cuando para hablar en lengua debe existir una conexión profunda de la persona con las tres Divinas Personas y particularmente con el Espíritu Santo.
Estos personajes irrespetuosos de Dios, lejos de lograr adeptos, lograr la salvación de la población, lo que hacen es ganarse la mala voluntad de los afectados por sus farsantes comportamientos.
A Dios sea la Gloria, continuamos con nuestra fe en él. Confesamos que no somos perfecto, pero tratamos de que cuando la pelona muerte toque a nuestra puerta, nuestro pasaje de ida sin regreso no sea directo al infierno, sino, llegar al purgatorio o algo mejor, es por eso que no tenemos doble cara, ni doble moral, no le hacemos mal a nadie, si no podemos dar no quitamos, hablamos de frente y combatimos lo antinatural como fruto de la degeneración social.
Antes de finalizar, debemos de dejar bien claro que no todos debemos de meterlos en el mismo saco, existen millones de católicos y protestantes que actúan apegados al fiel cumplimiento de los Diez Mandamientos.
Por Luis Aníbal Medrano S. (luisanibal.medrano@gmail.com)
*El autor es periodista, municipalista y político.