La República Dominicana se encuentra en una situación complicada en el conflicto que ha surgido con su país vecino, Haití.
El desvío del Río Dajabón y la construcción de un canal por parte de Haití han generado una gran preocupación en la agenda nacional. A pesar de que el gobierno dominicano ha intentado tomar medidas para detener este acto, sus acciones han tenido un resultado contrario al deseado.
En el ámbito internacional, las relaciones entre países están regidas por la diplomacia. La diplomacia implica el conocimiento de las leyes internacionales y la consideración de las diferencias culturales entre naciones. Es fundamental que los líderes mundiales actúen con cautela y un plan sólido cuando se enfrentan a desafíos internacionales.
Desafortunadamente, en este conflicto, el gobierno dominicano ha demostrado una falta de estas dos características fundamentales: prudencia y un plan estratégico. El despliegue de tropas hacia la frontera se puede considerar una movida hostil, similar a un juego de ajedrez en el que un movimiento provocador conduce a una respuesta igualmente hostil.
El simple hecho de que la República Dominicana haya movilizado sus fuerzas militares y armamento ha humillado a un país vecino que no cuenta con un ejército, lo que dificulta cualquier intento de diálogo.
La segunda acción cuestionable del gobierno dominicano fue el cierre de la frontera. Esta medida hostil no solo afectó a un país vecino sumido en la extrema pobreza, sino también a la comunidad empresarial de la frontera, que depende en gran medida del comercio transfronterizo para sobrevivir. En lugar de lograr sus objetivos, estas acciones han radicalizado aún más a las autoridades haitianas.
A medida que pasaron los días, la República Dominicana experimentó pérdidas millonarias a causa del cierre de la frontera. Mientras tanto, los empresarios y comerciantes haitianos, que solían depender en gran medida del comercio con la República Dominicana, buscaron alternativas en otros países de América Latina para satisfacer sus demandas.
Entonces, ¿por qué la República Dominicana perdió en este conflicto? Como nación, su fracaso se debió a que las medidas tomadas por el gobierno fueron en orden incongruente a lo que prescribe la diplomacia, improvisadas y hostiles diseñadas para disuadir y detener la construcción del canal.
Pero el resultado fue precisamente el opuesto: Haití, ya humillado, anunció que no detendría la construcción del canal. Ahora, la República Dominicana no solo se encuentra en una situación de ridículo ante la comunidad internacional, sino que también Haití logrará desviar el Río Dajabón y construir el canal. Esta crisis ha destacado la necesidad de políticas más efectivas y reflexivas en todos los ámbitos gubernamentales de la República Dominicana.
Por Odell Suero