Siempre he afirmado que el mejor parámetro para saber si una película es buena o mala, es mi cuerpo, y las reacciones emocionales que en él se producen.
Siento, que después de ver esta película, mi cerebro necesitará varios días para asimilar el efecto que en mi produjo a nivel psicológico, el padecimiento de Arthur Fleck, nombre del personaje que después se transforma en “El guasón”…
Obviando la gran carga de violencia que tiene el filme, el personaje padece de unos ataques incontrolables de risa involuntaria, era capaz de reír de manera estruendosa, mientras sus ojos proyectaban una gran tristeza, detalle que penetró los rincones más profundos de mi corazón, y desde el punto de vista profesional, se convirtió en un desafío.
Todo este trastorno, genialmente interpretado por el excelente actor Joaquín Phoenix, según pude investigar, es una fiel representación de lo que es la Epilepsia gelástica, trastorno poco común que afecta al 1% de la población. Se trata de una personalidad dañada, biológica y emocionalmente.
Si el personaje aquejado de este trastorno hubiera sido atendido en la niñez, probablemente la evolución de la enfermedad no hubiese sido tan catastrófica, y su calidad de vida habría sido totalmente diferente, pero lamentablemente, su tratamiento era financiado por el estado, el cual le retiró la cobertura del mismo.
Con mucha tristeza percibimos la siguiente frase destacada en su diario: “lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que actúes como si no la padecieras”.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica