“América Latina y el Caribe es una región de grandes contrastes, donde la riqueza y la prosperidad coexisten con la vulnerabilidad y la pobreza extrema. La lista de contrastes es larga y conocida. La región se caracteriza también por un crecimiento muy volátil y en promedio bajo, explicado por una productividad muy baja”, así comienza el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD.
El incremento de la pobreza en América Latina y el Caribe durante el 2020 es muy preocupante, y más si tomamos en cuenta las difíciles situaciones dejadas por la pandemia del covid-19 sobre una región que intentaba recuperarse, lentamente, de un malestar social que ya se estaba manifestando en varios países de la zona y que amenaza la estabilidad política, económica y social de muchos países de América Latina.
Para la comisión Económica para América Latina (CEPAL-2020) “el coronavirus llega a una región marcada por una matriz de desigualdad social, cuyos ejes estructurantes –el estrato socioeconómico, el género, la etapa del ciclo de vida, la condición étnico-racial, el territorio, la situación de discapacidad y el estatus migratorio, entre otros- generan escenarios de exclusión y discriminación múltiples y simultáneos que redundan en una mayor vulnerabilidad ante los efectos sanitarios, sociales y económicos de esta enfermedad”.
Con la llegada de la pandemia en América Latina todo se complicó generándose un desempleo masivo y una caída abrupta del producto interno bruto, el cual se calcula cayó un -7.7% durante el 2020, asimismo según la CEPAL, en América Latina, el porcentaje de pobreza extrema había aumentado de 7.8% a 11.3% de la población, y que la pobreza en general había pasado de un 27.8% al 30.5% durante el período 2014-2019.
Estos datos de la CEPAL proyectan que para el 2020 “la tasa de pobreza extrema se situaría en un 12.5% y la tasa de pobreza general alcanzaría el 33.7%. Ello supondría que el total de personas pobres ascendería a 209 millones a finales de 2020, es decir, 22 millones de personas más que en 2019. De ese total, 78 millones de personas se encontrarían en situación de pobreza extrema, ocho millones más que en 2019”.
Esta grave situación ha conducido a una reducción significativa en los ingresos de la gente, lo que fue amortiguado por los programas de ayuda social que muchos gobiernos latinoamericanos pusieron en marcha durante la crisis sanitaria, entre los que hay que destacar los programas sociales puestos en práctica por el gobierno que encabezó el expresidente Danilo Medina.
En la República Dominicana donde según el informe del PNUD el 63% de la gente cree que el país está gobernado en beneficio de los intereses de unos pocos, durante el 2020 hubo una pérdida de empleo total del orden del 5.9%, lo que representó alrededor de 277 mil puestos de trabajo, con relación al 2019, con la implementación de los programas sociales se evitó que más de 594,000 dominicanos cayeran bajo la línea de pobreza monetaria general, según el boletín de estadísticas oficiales que publicó recientemente el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD).
América Latina, el Caribe y fundamentalmente la República Dominicana se encuentran ante un gran desafío, a pesar del crecimiento económico y los avances evidentes de los últimos 20 años, muchas de estas conquistas podrían desaparecer con la pandemia de COVID-19 y por malas prácticas del gobierno que profundicen la pobreza , la desigualdad y la frustración de la gente, lo que fortalecería la creencia de los dominicanos y de la mayoría de los Latinoamericanos de que sus países son gobernados en interés de unos pocos grupos poderosos y no por el bien de todos.
El informe del PNUD 2021 con relación a este tema señala que, “uno de los desafíos más perniciosos de la alta desigualdad es la forma en que se concentra el poder. La concentración de poder en manos de unos pocos que defienden el interés privado en lugar del bien común es uno de los factores que conectan la alta desigualdad y el bajo crecimiento, ya que a menudo resulta en políticas distorsionadas, miopes e ineficientes, y en instituciones débiles”.
La pandemia combinada con malas políticas de los gobiernos, no conducen a buen camino, el informe del PNUD plantea que, “esto trajo consigo múltiples crisis económicas y sociales, incluida una economía en contracción con un espacio fiscal limitado, junto con el aumento de la pobreza y el hambre. Esto es un reflejo de la fragilidad política, económica y social generada por la trampa viciosa de la que trata este informe”.
Agregando que, ” La combinación sostenida de alta desigualdad y crecimiento limitado puede generar un equilibrio frágil, porque los gobiernos no consiguen satisfacer sus necesidades fiscales ni los ciudadanos sus aspiraciones de alcanzar una vida que tengan razones para valorar”.
“las respuestas de política tienden a ser fragmentadas e ineficaces y, en algunos casos, incluso pueden terminar profundizando las distorsiones existentes en el largo plazo. De hecho, algunos de ellos han generado dinámicas que han provocado un agravamiento de las desigualdades y un estancamiento de la productividad”.
Se han implementado muchas políticas en la región y en la República Dominicana en particular para abordar la desigualdad y la productividad algunas con éxito y otras no, por lo que se hace necesario dirigir los caminos del gobierno de modo que se eviten los retrocesos, que son tan dolorosos para los pueblos, tratando de preservar las buenas prácticas de gobierno, que lo alejen más de los sectores poderosos y lo acerquen más a los pobres y a los sectores productivos nacionales.
La protección social es una pieza clave para mitigar las desigualdades y fomentar la inclusión social, es necesario un sistema de protección social que funcione bien, y una correcta y bien orientada política de asistencia social, ambas son una garantía para iniciar una verdadera inclusión social, que pueda mitigar las deficiencias propias de muchos gobiernos que han servido a los ricos y al insaciable capitalismo salvaje neoliberal.
El informe del PNUD 2021, debe servir para una profunda reflexión, que nos lleve a conclusiones que hagan entender que hay que preservar las cosas positivas que ha logrado el país en los últimos tiempos, de modo que los gobiernos sepan que están para servir a la población y que en esta época que estamos viviendo, los gobiernos no pueden servir a los que más tienen, que son los grandes grupos empresariales, sino a los que más necesitan las grandes masas marginadas de la población, que son las más desfavorecidas y vulnerables.
Por Luis Fernández
*El autor es político y comunicador