En octubre de 2021, bandas haitianas secuestraron a 17 misioneros estadounidenses, por cuya libertad exigieron US$2.0 millones, acción criminal manejada a discreción por el Departamento de Estado hasta que los rehenes fueron liberados, previo pago por las iglesias de esa elevada suma de dinero.
Durante los últimos años, la Casa Blanca ha jugado una carta diplomática consistente en dejar todo al tiempo e intentar involucrar a República Dominicana en cualquier receta de abordaje a la crisis haitiana, sin reparar que la violencia y criminalidad ha sumado más de cuatro mil muertos desde 2021.
Delincuentes armados atacaron un orfanato al norte de Puerto Príncipe donde asesinaron a tres misioneros, entre ellos Natalie Baker y su esposo Davy Lloyd, hija y yerno de Ben Baker, legislador estatal de Misuri, Estados Unidos, una tragedia que ha conmocionado a la sociedad estadounidense.
Ante tan acongojador suceso, el presidente Joe Biden ha pedido el rápido despliegue en Haití de la misión internacional que liderará Kenia, a cuyo presidente recibió en la Casa Blanca el día antes de la tragedia, sin saber que bandas armadas planificaban otra matanza en Puerto Príncipe.
El Pentágono y el Departamento de Estado están al tanto del progresivo estado de violencia y criminalidad que padece Haití, con secuela de matanzas, ataques, violaciones, secuestros, extorsión, atracos y despojos de propiedades por parte de poderosos grupos armados.
La organización Mission In Haití, a la que pertenecían Nathalie y Davy, informó a través de sus cuentas de redes las incidencias de ataque del grupo de vándalos contra el orfanato y llegó a comunicar que la pareja de esposo se refugió en una de las habitaciones donde fueron ejecutados.
El asesinato de esos misioneros coloca la crisis de Haití en lugar predominante en la agenda electoral de cara a los comicios presidenciales de noviembre en Estados Unidos, al punto que ya el candidato Donald Trump reclamó que los asesinos sean localizados y apresados.
La sociedad dominicana también reacciona consternada ante la noticia sobre el vil asesinato de tres misioneros estadounidenses, incluido una pareja de jóvenes esposos, aunque duele recordar que en el primer trimestre de este año en Haití se han producido más de mil 500 homicidios, la mayoría atribuido a bandas de delincuentes.
Cualquier iniciativa de consenso político que emprenda el presidente Luis Abinader, debe incluir como tema principal la crisis haitiana, que representa el mayor peligro para la soberanía, institucionalidad, economía y gobernanza de la nación.
Por Orión Mejía