Una tarde, mientras veía un programa de televisión que se transmite al mediodía, pude ver un video en el cual se podía observar cómo un hombre mató a su vecino, luego de una acalorada discusión protagonizada por las mujeres de ambos, por un problema con una llave de agua.
El hecho de sangre ocurrió en Costa Rica, y el muerto recibió 14 balazos.
Siempre ha llamado mi atención el peligro tan grande que representa un conflicto entre hombres cuando las mujeres no controlan sus emociones, y, además, son chismosas.
Cuando este tipo de eventos ocurren, lo recomendable para nosotras, es que asumamos una actitud inteligente, y conciliadora, es decir, debemos mediar para evitar que la situación llegue a extremos que incluyan la violencia.
Si es necesario, debemos dejar pasar algunas situaciones delicadas que pudieran ofender nuestra moral, que, de llegar a oídos de nuestras parejas, pudieran desencadenar escenarios no deseados.
Se da el caso de que, en medio de algunas situaciones, las personas que rodean a quienes se ven envueltos en algún conflicto, en vez de mediar para zanjar diferencias, hacen todo lo posible por echar leña al fuego.
El tema me toca muy de cerca, pues, un señor compró una vivienda que quedaba al lado de nosotros, con la intención de ampliar su próspero negocio.
Como es natural, en el proceso de construcción, nuestra casa se vio afectada, no podíamos abrir las persianas, y para colmo, un trabajo que habíamos realizado para eliminar unas filtraciones en nuestro techo, resultó afectado de mala manera.
Algunos vecinos del barrio se acercaban a nuestro hogar para hacernos comentarios negativos. El propósito era que chocáramos con nuestro nuevo vecino. Entonces decidí hablar con mi marido, con la intención de ver si estaba de acuerdo en que yo asumiera el control de la situación, siendo una especie de mediadora, para que todo se resolviera, teniendo siempre claro, que íbamos a tener algunas molestias, y que debíamos mantener la calma.
El siguiente paso, fue hablar con el vecino, para informarle, que cualquier inconformidad, a propósito de los trabajos que se realizaban, sería recibida a través de mí persona. Hubo un momento de mucha tensión, en que sentí que mi marido no entendía algunas cosas, y convoqué una reunión amistosa, en la cual estuviésemos los tres.
Manteniendo la paz y cordura, los problemas creados a nuestra vivienda, se están resolviendo, y los que faltan, se resolverán, además, mantenemos unas excelentes relaciones, sin hacer caso de chismes, ignorando cualquier comentario malicioso que pudiera afectar la convivencia en paz y armonía.
Como una muestra de las consecuencias negativas de no saber manejarse, existe esta tragedia con la cual inicio este artículo.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)