Las armas nucleares son las más peligrosas de la Tierra. Una sola puede destruir una gran ciudad y causar la muerte de millones de personas, y poner en peligro el medio natural y las vidas de las futuras generaciones debido a sus efectos catastróficos, una guerra nuclear masiva significa literalmente el fin de la civilización y la extinción de la humanidad y de todos los seres vivos en el planeta.
Desde hace muchos años diversas personalidades e instituciones han advertido de los peligros de un conflicto nuclear, como la propuesta que hizo en 1977 el presidente de la antigua Unión Soviética, Leónidas Brejnev, de destruir gradualmente todas las armas atómicas que habia en ese momento almacenadas en varios países, entre los cuales estaban la propia Unión Soviética, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, China y la India.
Pero lo que se desato en el mundo fue una carrera de competencia para ver quién podía matar más enemigos en el menor tiempo posible, lo que dado el grado de avance industrial y tecnológico que ha tenido la humanidad en los últimos años, ha facilitado que algunos países pequeños de Europa, Asia y Oriente medio puedan fabricar bombas en muy poco tiempo, de tanto poder mortal que la mente humana no alcanza siquiera a imaginárselo.
En un artículo publicado en 1977, hoy hace 45 años Juan Bosch señalaba que, ‘’puede decirse sin caer en exageraciones que entre los Estados Unidos y la Unión Soviética disponen de bombas suficientes para aniquilar en pocas horas todas las formas y toda la cantidad de vida que hay en el planeta llamado Tierra, y el género humano está en peligro de que eso suceda hasta por efectos de un error’’.
Hoy en día el secretario general de la ONU Antonio Guterres en la apertura de la 10ª Conferencia de los 191 países firmantes del Acuerdo de No Proliferación Nuclear (TNP). ha advertido que, ‘’La humanidad está a un malentendido, a un error de cálculo de la aniquilación nuclear”, “Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora. Pero la suerte no es una estrategia ni un escudo para impedir que las tensiones geopolíticas degeneren en conflicto nuclear”.
El secretario general de la ONU manifestó, además, “insto a que el mundo se deshaga de sus armas nucleares, ya que es la única garantía de que nunca se utilizaran”.
Asimismo, en un mensaje en la primera reunión en Viena de los Estados miembros del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, el papa Francisco afirmo que “Es inmoral el uso de las armas nucleares, pero también lo es su mera posesión”.
El papa Francisco reitera que, “no hay lugar para las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva», son «una responsabilidad peligrosa y costosa y las consecuencias humanitarias y medioambientales que se derivarían de cualquier uso de armas nucleares serían catastróficas, con efectos devastadores, indiscriminados e irreprimibles, en el tiempo y en el espacio”.
En un mundo con un arsenal de más de 13,000 armas nucleares, tenemos la posibilidad real de una guerra nuclear masiva, este peligro ha estado latente durante varias décadas en el escenario global y es una amenaza real en los actuales momentos que vive la humanidad, donde las tensiones políticas y los conflictos en diferentes partes del planeta van en aumento.
La comunidad internacional ha hecho grandes esfuerzos por evitar una guerra nuclear, tal es el caso del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) , que entro en vigor en 1970 y que actualmente 191 Estados se han adherido a él, incluidos los Estados poseedores de armas nucleares, lo que convierte al TNP en el acuerdo multilateral de desarme con mayor número de adhesiones.
El Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) es un tratado internacional, cuyo objetivo es prevenir la propagación de las armas nucleares y la tecnología armamentística, promover la cooperación en la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos e impulsar el objetivo de lograr el desarme nuclear y el desarme general y completo, el TNP es pieza clave del régimen mundial de no proliferación nuclear.
El TNP es el único tratado multilateral que representa un compromiso vinculante para los Estados poseedores de armas nucleares, y su funcionamiento es revisado cada cinco años, disposición que fue reafirmada por los Estados partes en las conferencias de los años 1995 y 2000 , en la Décima Conferencia de 2020, los Estados partes examinaron la aplicación de las disposiciones del Tratado desde 2015.
El tratado constituye un sistema basado en tres pilares fundamentales: la no-proliferación, el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear, bases fundamentales para que el dialogo, los consensos, los acuerdos y la diplomacia, abran el camino para una convivencia pacífica entre las naciones que propicien un alto en los planes nucleares ofensivos de algunas naciones.
El futuro de la humanidad se ensombreció el 6 de agosto de 1945, con la pesadilla que constituyó el lanzamiento por los Estados Unidos sobre Hiroshima de la primera bomba atómica con una potencia de 15 kilotones que acabó con la vida de 166.000 personas y el 9 de agosto de ese mismo año de la segunda bomba atómica en Nagazaki que mató a más de 80,000 personas.
Cuatro años más tarde en 1949 le seguía la URSS ensayando su primera bomba atómica, en Kazajstan, este ensayo marcó el principio de la, «Guerra Fría», entre las dos superpotencias, más luego siguieron gran Bretaña, Francia y China además han realizado pruebas nucleares: India, Pakistán y Corea del Norte. Además, existen suficientes indicios de que Israel posee un arsenal de armas nucleares.
En el mundo actual el aumento de los conflictos, el empeoramiento de la situación climática, la prolongación de la pandemia y el peligro nuclear, han hecho más difícil el mantenimiento de una paz duradera, lo que requiere el esfuerzo de todas las naciones del mundo, para conseguir este propósito de promover la paz a través de la búsqueda de la eliminación de las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva y la regulación de las armas convencionales.
La consolidación de la paz mundial debe ser una prioridad para la humanidad, fomentando una cultura de paz, que allane el camino a la no proliferación de estas armas de destrucción masiva cuya utilización provocaría la destrucción de todo vestigio de vida en el planeta, hay que trabajar muy duro para lograr la paz y la seguridad colectiva, de modo que se evite el desastre que constituiría el peligro nuclear a que está expuesta la humanidad.
Por Luis Fernández
*El autor es político y comunicador