Indudablemente que la región sur de la República Dominicana encontró su gran redentor en la persona del presidente Luis Abinader. Nunca antes, ningún gobierno había puesto tanta atención en darle a esa parte del país, la debida atención para que llegue de forma permanente su despegue económico.
Ver como todas las instituciones del Estado están aportando a que el sur se revalorice, se le dé una mejor categoría, y dejen de llamarle la cenicienta, llena de satisfacción plena, no solo a los sureños, también a todos los dominicanos sensatos que de una u otra manera tiene un determinado lazo con su lugar de origen.
Obras de todos los calibres se están erigiendo en todas y cada una de las provincias que la componen y la cual representa aproximadamente el 35 por ciento del territorio nacional y cerca del 19 por ciento de la población total del país.
El presidente Luis Abinader, en el ejercicio pleno de su objetivo de mejorar sustancialmente la calidad de vida de todos los dominicanos, quiere despojar a la región sur del mote de la más deprimida y hacia ella ha dispuesto obras, programas, acciones que confirman sus palabras cuando en una ocasión señaló que está trabajando con ilusión y pasión en favor de ella.
Él sabe el significado para el país, y particularmente para la población sureña, obligada a emigrar por la falta de oportunidades y el desinterés inducido de los gobiernos anteriores. Él se despoja de la camisa de fuerza que circunstancias impone a los gobernantes y asume con toda la responsabilidad que le caracteriza, a hacer del sur una zona próspera y vivible.
Indudablemente, esto redundará en un regreso gradual de su población que emigró y que le une un lazo indisoluble con su tierra de origen y que por diversas circunstancias debió emigrar a otras zonas del país. También ciudadanos de otros lugares, nacionales e internacionales se volcarán hacia el bien dotado sur.
Pero el resultado de esas acciones del presidente redentor del sur, debe ir acompañado de una toma de conciencia de la población sureña en el sentido de cuidar, valorizar y adecuarse al nuevo y fructífero escenario que será el sur. Cuidar las obras, valorizar los servicios y capacitarse para enfrentar los nuevos cambios que se le presentarán.
En conclusión, el sureño y los dominicanos en sentido general debemos dar gracias a Dios por habernos dotado de un presidente despojado de ambición, honesto, de visión desarrollista, que no tiene ínfula de semidiós, que quiere con sinceridad lo mejor para su país, y que se convirtiera en el redentor del sur.
Por José Miguel Sosa
*El autor es experto en asuntos electorales y dirigente en la seccional de Nueva York del PRM.