No tendríamos que ir a las universidades Princeton o Harvard, las dos primeras en el ranking de las mejores en los Estados Unidos, para saber que el Partido Revolucionario Moderno (PRM), necesita una renovación en su alta dirigencia, a propósito de la Convención que se avecina.
Esa renovación implicaría dar paso firme y concienzudo al elegir sus nuevas autoridades en la seccional de Nueva York, la más importante y deseada de todo el PRM, porque de ahí dependerán muchas cosas para el futuro de esa organización política, una de la más importante es, la unificación de las bases.
Si el pleito ‘casao’ que tiene Guido Gómez, en los tribunales Superior Electoral y Constitucional (TSE-TC) tras el partido aprobar la escogencia de sus autoridades mediante una Convención Nacional de Delegados, no se gana, en la seccional neoyorquina puede haber problemas serios porque alguien querrá echarle jabón al sancocho.
Sin querer ser «ave de mal agüero», lo que se vislumbra en el panorama y por las averiguaciones y buenas informaciones recopiladas, la mayoría de la base, están cansados de ver las mismas caras dirigiéndolo, muchos de los que aspiran, quieren quedarse a sangre y fuego, y otros que ya estuvieron quieren volver, a lo que algunos se preguntan, Para qué?
Sea por delegado o como lo quieren las bases, universal, secreto y directo, el PRM necesita en su dirección, caras nuevas, frescas, con discurso y que no divida, como lo está haciendo la actual dirección. De los aspirantes que hasta ahora han dado a conocer sus aspiraciones, están dos caras diferentes a las ya conocidas y manoseadas.
Son dos caras que no están quemadas y que de seguro pueden hacer cosas diferentes y unificar más al PRM en Nueva York, como Pedro Julio Escorborg y Aris Guevara, este último con una hoja de servicios limpia y conocido por el arduo trabajo realizado desde la Coalición Democrática USA, como coordinador, además con una aceptación en todos sectores por su labor comunitaria y sin tasa de rechazo.
Esperamos que la convención sea como lo reclaman las bases del partido porque de lo contrario, la venganza estará primero en las urnas el 2024 y luego vendrá una segura división donde saldrán a relucir cosas que, todavía están a tiempo de evitarlas por el bien de todos los perremeístas.
De no primar la democracia y poner en práctica lo que decía su líder Peña Gómez, de «primero la gente», se estarían avocando a una dictadura, lo que traería trauma entre toda la militancia del partido gobernante y sería catastrófico.
Por Víctor Gómez (gomper55@hotmail.com)
*El autor es periodista y locutor. Reside en Nueva York