En este y todos los tiempos, pero especialmente en esta época del año, es importante aferrarse a nuestra fe, cualquiera que sea, la fe es la que mueve montañas, ella fue antes y será después, cuando todo parezca perdido. Ella y la oración y el poder que de esta emana, serán imprescindibles hoy más que nunca para mantener encendida esa luz de esperanza.
Cercados por las circunstancias en que estamos, muy evidente para muchos e invisible para unos pocos, la muerte que nos rodea y acecha en cualquier esquina. Es tiempo de implorar a Dios su presencia para que interceda por ti y los tuyos, es tiempo de estar alerta cada día, en todo momento orar para así alejar la desgracia del golpe brutal que acecha.
“Las cosas podrán cambiar si somos capaces de averiguar de dónde vienen las sombras que nos nublan la mirada y la vida”. “permanecerán aquellos que sean capaces de reconstruir sobre estas ruinas” (Jit Manuel Castillo).
Aquellos que, por encima de limitaciones, penurias, miserias, odios, avaricias, logren imponer amor, ternura y comprensión como los tesoros más preciados a conservar. Entonces podremos llegar con seguridad, a ese último segundo en nuestras vidas satisfechos, con una sonrisa en los labios, diciéndonos a nosotros mismos, ¡misión cumplida!
Sólo estamos de paso en este tiempo, a veces fugaz para algunos, esto que llamamos vida, acaso resulte ser una prueba y sólo eso, prueba que quizá superen aquellos que logren desprenderse de los juicios y prejuicios que desvían el real sentido de nuestra existencia humana.
Es tiempo de esperar aún, alertas y fuertes. No debemos y no podemos desesperar, confiemos en seguir, el Altísimo nos seguirá guiando. La larga noche terminará, el miedo será vencido, el temor a la muerte, a la barbarie sin razón desaparecerán de la faz del universo. La bondad se impondrá sobre la maldad.
Quienes padecen dolor, tribulación e incertidumbre, la misión es esperar vigilantes y firmes, dispuestos a enfrentar cualesquiera sean las adversidades y reveses, no debemos desmayar. “No os turbéis, porque entonces podríamos perdernos en la oscuridad”, como tantos se han perdido tantas veces, por tantos siglos y milenios.
No debemos confundirnos con falsas señales, el amor cubrirá toda cosa por más escondida que esté, su luz desentrañará todo misterio, no habrá obstáculos insalvables, no seguirán las mentiras, ya no serán necesaria para el hombre. Este es parte de un gran sueño que tiene Dios planeado para toda la humanidad.
La lucha ahora será para que exista más amor que odio, hacer sincera nuestras intenciones y convertirlas en acciones positivas para todos, preservar nuestros corazones y nuestras almas para tiempos mejores que seguramente vendrán.
Es tiempo de hoy y siempre, de todavía para muchos sueños que le faltan al hombre por alcanzar…
Por Ebert Gómez Guillermo