No acostumbro escribir sobre temas que creo triviales, aunque para la mayoría sean trascendentes. Prefiero referirme casi siempre a asuntos sobre la agenda de urgencias nacionales a sabiendas de que, aunque tendré una lectoría menor, ayudo a promover el anhelado estadio de justicia y equidad.
El de hoy es un mundo convulso, ataviado de incertidumbre geopolítica, económica y social, matizado por guerras, armamentismo, conflictos comerciales, lo que eleva el riesgo de que este país sea impactado por esos oleajes de crisis.
Un buen ejemplo de lo que significa el sector externo para la economía dominicana lo representan estadísticas que refieren que más del 50 % de las divisas que ingresan al país es aportado por turismo, remesas e inversión extranjera directa, que proceden mayoritariamente de Estados Unidos.
El presidente Joe Biden sufre acoso del liderazgo demócrata para que renuncie a la reelección a causa de supuestas falencias mentales asociada con su edad (81 años), en un escenario electoral controlado por Donald Trump, quien sobrevivió a un atentado perpetrado por un mozalbete.
La economía de Estados Unidos no ha superado la crisis pos pandemia, matizada por elevada inflación, endeudamiento, pérdida de confianza de los consumidores y reducción del comercio exterior, lo que motiva que la Reserva Federal se resista a bajar la tasa de interés de referencia.
No hay que ser premio Nobel de economía para advertir que el aparato productivo dominicano debería monitorear día y noche el curso de la situación política y económica en el seno de su principal socio comercial porque cualquier traspié afectaría muy sensiblemente los renglones antes citados.
El Gobierno inyectará seis mil millones de pesos adicionales a los RD$86,383 millones para cubrir déficit de las empresas distribuidoras de electricidad (Ede), lo que se atribuye al aumento en los precios del petróleo, pero también la producción avícola ha disminuido por carestía en insumos importados.
Las economías estadounidense y europea respiran hoy por los pulmones del armamentismo que se expande ante el miedo a un escalamiento mayor de la guerra entre Rusia y Ucrania y los bombardeos de Israel contra Gaza, así como el peligro de que se expanda por Oriente Medio y que se agraven conflictos en la península de Corea y el estrecho de Taiwán, lo que hace previsible otra disrupción en el comercio internacional.
Por todo lo antes expuesto, el presidente Abinader debería actuar con cautela en lo referido al paquete de reformas propuesto por su gobierno, las cuales tendrían efectos inmediatos sobre la economía y la gobernanza. El país necesita unidad y consenso ante tan serios compromisos. Es mejor precaver.
Por Orión Mejía