Mi lugar de trabajo favorito es la galería de mi casa, a excepción de cuando tengo que hacer algún trabajo delicado, como lo es, por ejemplo, una transacción bancaria.
Como vivo en un barrio popular, puedo inspirarme con cualquier comentario que mis oídos, siempre activos, puedan escuchar.
Lo ideal es que las parejas caminen juntas, una al lado de la otra, pero en este caso, dirigiéndose al mismo lugar, la mujer iba como a una cuadra de distancia del marido, quien, apresurado, corría detrás de ella, con la intención de alcanzarla.
Un vecino, que estaba sentado al frente, le gritó que no hiciera eso, porque se podría dar el caso de que otro se la quitara, que caminara a su lado, para que la cuidara.
¿Saben lo que contestó el protagonista de esta historia? “Eso no se rompe, eso da pa´ to´.”
Durante unos instantes estuve meditando, debido a que me pareció insólito lo que mis oídos oían.
Entonces vino a mi mente una estrofa de una bachata muy popular:
“Si te pegan los cuernos, que siga la rumba
Si te pegan los cuernos, ¡ay, Dios!, que siga la rumba
Eso pasa igual, que la caja ‘e diente
Que a lo primero molesta pero con el tiempo, uno se acostumbra
Que a lo primero molesta pero con el tiempo, uno se acostumbra
Eso hay que decir, como digo yo
Eso hay que decir, ¡ay, Dios!, como digo yo
Ay, eso no se rompe, eso da pa’ to’
Eso no rompe, eso da pa’ to’
Eso no se rompe, eso da pa’ to’
Eso no se rompe, eso da pa’ to’”
Realmente, no sé quién es el protagonista de esa joya musical, pero entiendo que la respuesta que dio el esposo de la chica, estaba totalmente fuera de orden, y del respeto que debe mostrar a la mujer con la cual se comparten los días. Cosas de mi barrio.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica