Francisco José en mi vida

Nunca he sido buena almacenando fechas en mi saturado cerebro, por esa razón, no sé precisar el día ni la hora en que entró a nuestras vidas, a “desarboliar” nuestro entorno familiar, ese negrito cariñoso, arrogante en ocasiones, además de engreído, llamado Francisco José, en honor a sus dos abuelos. Lo que sí es seguro, es que él está convencido de que todos estamos “derretidos” ante su cuerpecito, fuerte y saludable.

Siempre he sido loca con mis tres nietos, a los cuales adoro, pero ahora, con la mano en el pecho, confieso ante Dios, que mis pobres hormonas están alborotadas, y es increíble el esfuerzo que tengo que hacer para no sucumbir ante mis impulsos de caerle a mordidas, ante sus chulerías.

 Se sabe tan importante, que, en una ocasión, le di un beso en el pie izquierdo, mientras colaboraba para que su padre le cambiara la ropita, y luego de varios días sin verme, me exigió que lo hiciera de nuevo.

Definitivamente, me declaro incompetente, es demasiado para mis años.

El color de su piel es de un negro muy definido, tiene dos grandes ojos, del tono marrón más hermoso que he visto en vida, la carcajada más intensa, burlona en ocasiones, que un ser humano, tan pequeño, pudiera tener. Indiscutiblemente, mi corazón está rebosante de felicidad.

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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