Haciendo bembitas

Realmente, siempre he tenido conciencia de que poseo cierta dosis de locura que acompaña mi diario vivir, y quizás, producto de esa tendencia demencial, soy capaz de pasar, con mucha facilidad, de la alegría a la tristeza, y viceversa.

En ocasiones, me pongo a teorizar y atribuyo al Covid 19, muchas de las cosas que me suceden, tanto a mí, como a muchos otros seres humanos, que han experimentado cambios radicales en sus comportamientos.

Continuando con mi caso, siempre he tenido un alto grado de sensibilidad, pero hasta ahora, nunca había sentido tan a flor de piel, el brote de mis emociones.

Estoy que lloro por cosas, aparentemente, tan simples, que para otras personas, sería como si nada hubiese pasado, y cuando se me presentan momentos realmente tristes, siento que la recuperación me dura más de lo que podría considerarse normal.

Investigando, pude aprender que llorar puede surgir tanto de la tristeza y del dolor, como de la alegría, pero que la frecuencia no es igual en todos los seres humanos, en este proceso, se ven involucrados factores psicológicos y sociales.

Según estudios realizados, las lágrimas tienen un propósito social y emocional, siendo frecuente que algunas personas sean más propensas a llorar frente a las emociones, que otras.

En el proceso del llanto, están involucrados componentes hormonales, como la testosterona, lo cual explica las razones por las cuales, los hombres lloran menos que las mujeres, pero, según pasan los años, esto puede disminuir con la edad, y las personas, volverse más emocionales.

Finalmente, las lágrimas son muy beneficiosas, pues, además de prevenir la sequedad del ojo, combaten bacterias y liberan tensiones.

¡A llorar se ha dicho!

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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