Todas las personas que siguen mis escritos saben perfectamente quién fue Chela, mi difunta madre. Era una de las mujeres más trabajadoras que he conocido sobre la tierra.
Para ella, la escuela era más importante que la comida, y como fácilmente pasaba de la palabra a la acción, nunca me atreví a hacer algo indebido, pues si venían a darle una querella, creo que no estuviera viva para contarlo.
Nunca iba a ninguna iglesia, siempre oí decir que la mayoría de las personas que no salían de la misma, solo iban a hacer “morcilla pal diablo.”
Con esto se refería a que nunca entendía cómo era posible que una gente que siempre fuera a misa viviera llevando la vida ajena, haciendo cosas mal hechas e invocando siempre a Dios.
Solo creía en un santo: “El gran poder de Dios”, cuya imagen tenía enmarcada, y siempre le pedía y le prendía velas.
Luego de transcurridos tantos años, y debido a que a cada rato utilizo esa expresión, encontré:
“Hacerle morcillas al diablo, para los que no saben, no es otra cosa que seguir a un dios y predicar enseñanzas de un mesías mientras se está violando cada uno de los 10 mandamientos cristianos, que es la religión más cercana a nuestra cultura, o los pilares de cualquier otra”, fuente: https://www.tumblr.com/a-guante/31591640841/haci%C3%A9ndole-morcillas-al-diablo.
Esta definición es exactamente lo que mi madre quería significar, y que vemos en nuestro diario vivir: Una cantidad increíble de falsos creyentes, que viven persignándose e invocando al altísimo, y haciendo el mal sin ninguna contemplación, en otras palabras, haciendo morcilla para el enemigo malo, como también se decía en mis tiempos.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)