Nadie en este mundo puede hacer ostentación de que no le suceden cosas inverosímiles, como decimos los dominicanos: “A cualquiera lo agarran asando batatas”. Eso me sucedió a mí el pasado domingo 10-7-22.
Mientras procedía a chequear los mensajes en mi celular, advertí que, a través de Messenger, una amiga muy apreciada, y a quien hace muchos años no veo, me enviaba un mensaje diciéndome hola, y que necesitaba un favor de mí. A continuación, me daba un número de teléfono, solicitándome que la agregara a WhatsApp.
Emocionada de manera inmediata procedí a hacer lo que supuestamente ella me solicitaba.
Tan pronto le respondí, me salió un mensaje pidiéndome un código, y pasados unos minutos, recibí una llamada dándome uno, el cual traté de introducir, sin obtener ningún resultado. Más abajo me informaba que recibiría uno nuevo dentro de cuatro horas.
En ese instante mi esposo y yo nos dimos cuenta de que algo andaba mal, se lo comunique a mis hijos, y procedimos a desactivar la cuenta de WhatsApp, observando que tan pronto intentamos descargar otra, no respondía.
¿Conclusión? Mi cuenta fue hackeada, y para resolver en su totalidad, el proceso se toma siete días a partir del momento en que sucedió el evento.
Recomendación: Ser muy cuidadoso con los mensajes que recibimos, aunque supuestamente sean de personas conocidas, pero en lo que se averigua el caso, no tengo WhatsApp.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica