Puede ser que el título de este artículo les resulte macabro o raro, pero estoy convencida de que eso es cierto.
Hay seres humanos que cuando estaban vivos lo llenaban todo, iluminaban cualquier lugar donde llegaban, eran tan importantes en tu vida, que al morir no puedes dejar de mencionarlos, y a cada momento viene a tu mente una ocurrencia de esa persona que te hace sentir feliz o triste, nunca indiferente.
ESE SER HUMANO NUNCA MUERE. Para mí la verdadera muerte es la de los recuerdos, realmente mueres cuando dejan de pensarte y nombrarte. Tus muertos reviven cuando tienes un problema que resolver y te preguntas qué haría esa persona en esa situación.
Debemos recordar que no seremos muertos recordados si no hemos sido vivos bien amados. La musa inspiradora de estas letras es CHELA, mi madre, mi negra altiva y agresiva a quien a través del tiempo he aprendido a recordar sin tristeza, porque esta y ella eran enemigas.
Supo criarme independiente, aun siendo hija única. Sin ser psicóloga con su actitud hacia la vida siempre me mantuvo la autoestima alta. Era una trabajadora incansable que creía que los sueños se podían realizar, aunque fuera gota a gota.
Ella sentía mucho desprecio por las personas poco luchadoras. De ella aprendí que siempre debes darle importancia a lo que haces. Aunque su trabajo era lavar, planchar y cocinar si era necesario, era tan profesional en lo que hacía que todo el mundo la respetaba.
Chela nunca formará parte de mi pasado porque siempre está presente. Una de las cosas que la inmortaliza para mí es el mensaje recibido con el ejemplo: luchar a morir en busca de lo que deseas y no dejar nunca que nadie te pisotee. Ella no ha muerto ni morirá nunca porque cada vez que hablo de personas grandes inicio la conversación con ella. ¡CHELA ESTA VIVA!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica