El último embajador de Estados Unidos en República Dominicana fue Robin Bernstein, quien dejó el cargo el 20 de enero de 2021, por lo que esa legación diplomática lleva más de tres años ausente de un jefe de misión, sin que se revele los motivos.
Isiah Parnello, el encargado de negocios que sustituyó a Robert W. Thomas, dijo el 12 de julio de este año que “desafortunadamente no hay fecha para la designación de un nuevo embajador”. Se recuerda que la nominación a ese cargo de Raúl H. Yzaguirre fue retirada por la Casa Blanca en diciembre de 2022.
¿Por qué el presidente Joe Biden se resiste a nominar a un embajador ante un gobierno democrático que ha sido firme aliado de Washington en casi todos los foros internacionales?.
Aunque con elevada alta dosis cuestionamiento, la gestión de Abinader ha montado escenarios de persecución a la corrupción y dispone la extradición de reclusos solicitados por Estados Unidos acusados de narcotráfico, a pesar de lo cual, Washington no se anima a designar embajador.
Sería muy difícil que el presidente Biden invite a su colega dominicano a una visita oficial a la Casa Blanca mientras la legación estadounidense opere a nivel de Encarado de Negocios, lo que no ocurre con el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chávez, quien fue recibido por todo lo alto en el Salón Oval.
Los presidentes estadounidenses ofrecen dos tipos de atenciones a sus invitados, según el grado de adhesión a políticas impulsadas por Washington, que consiste en recibir al dignatario a puerta cerrada con poco acceso a la prensa o presentarlo junto al anfitrión ante los medios de comunicación, además de ofrecerle una cena de gala. Lo que ocurrió con Chávez.
Ni antes ni ahora, Costa Rica ha estado más cerca de Estados Unidos que República Dominicana, con tal alto grado de dependencia hacia esa economía, aunque se admite que esa nación es referencia de consolidación democrática en América Latina.
La razón básica por la cual, la Casa Blanco invitó a Chávez y no a Abinader, hay que buscarla en la crisis de Haití y en la Cumbre de Las Américas, celebrada en Los Ángeles, porque ha sido el propio Biden quien lo definió como “un gran aliado”, por sus esfuerzos para “ayudar a Estados Unidos en el tema de la inmigración”.
Se recuerda que Abinader declinó firmar la declaración final de esa cumbre porque consignaba a República Dominicana el papel de recipiente de la migración haitiana, sin que Estados Unidos se comprometiera a brindar ningún tipo de recursos. Costa Rica firmó el documento. He ahí el problema.
Por Orión Mejía