Me contaron la historia increíble de una joven mujer que detesta a su madre, siendo capaz de saber que tiene hambre y le niega la comida.
Me resultó tan misteriosa la situación, que, de manera automática, empecé a cuestionar a la persona que me lo estaba comentando, preguntándole si conocía desde hace mucho tiempo a esa familia.
Me narró que la señora durante su embarazo, cayó en una especie de negación, se mostraba renuente a tener a esa bebé en su vientre, y que inclusive en varias ocasiones intentó atentar contra su vida.
Motivada, me puse a investigar sobre el efecto del rechazo en el embarazo y sus consecuencias en la adultez. Los resultados fueron muy tristes:
“Un niño rechazado desde el vientre materno sufre dolor y angustia durante el tiempo de gestación. Si al nacer se mantiene esta circunstancia por parte de su madre, su desarrollo y crecimiento estará empañado por una sensación de no servir para nada y deseos de morir.”
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Las fuentes consultadas, resultaron ser una gran adquisición, pues aprendí cosas nuevas, como es por ejemplo que la tocofobia, es un trastorno que consiste en tener un miedo intenso al embarazo y al parto. El mismo pueden padecerlo tanto las mujeres que se embarazan por vez primera, como las que ya han tenido más de uno, pero han sido víctimas de un parto traumático.
En el caso que les narro, esta madre llevaba una vida desorganizada, y con una preferencia sexual no definida, pues tuvo parejas de ambos sexos, y nunca mostró cariño hacia su hija.
Creo firmemente en los efectos positivos de la aceptación del embarazo, de cómo se ven los cambios en los recién nacidos de ayer y hoy. Por ejemplo, mi madre me contaba que, en su tiempo los niños durante algunos días permanecían con los ojos cerrados; ahora, quizás producto de los avances de la tecnología y de lo mucho que son estimulados desde el vientre, cuando nacen sus ojos están abiertos, como si quisieran identificar un mundo que ya se imaginaban.
Con tantos métodos anticonceptivos, es imperdonable que una mujer tenga que negarse a tener un hijo que pudo evitar.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica