El pasado 15 de septiembre, el señor presidente de la República, Lic. Luis Abinader, decretó el cierre total (terrestre, aéreo y marítimo) de la frágil frontera Domínico Haitiana y reforzó el dispositivo militar, la cual, a lo largo de sus 391 kilómetros, de los cuales 172 son de ríos y lagos, cuenta con 39 puntos de intercambio comercial estimados, 313 pirámides, 6 puentes fronterizos y 4 pasos formales.
El presidente justificó esa medida, al calificar de insensata la construcción en Haití de un canal a partir de las aguas del río Masacre, no obstante, nosotros tener once tomas del mismo río, el cual recorre territorio tanto dominicano como haitiano, la que además consideró una obra inadecuada, sin ningún tipo de ingeniería, y una provocación que el gobierno dominicano no puede aceptar.
Como es muy conocido, las relaciones históricas entre ambos países han estado matizadas por diferentes conflictos, desde las luchas imperiales entre Francia y España, la firma del tratado de Aranjuez en 1777 que dividió la Hispaniola, la guerra de independencia con Haití, los diferentes acuerdos entre los gobiernos dominicanos y haitianos, como el de los presidentes Horacio Vásquez y Louis Bornó, en 1929, que puso fin a los diferendos fronterizos y demarcó los límites territoriales, hasta la crisis de 1939, cuando nos gobernó Rafael Leónidas Trujillo hasta la realidad actual.
De ahí que si partimos de la secuencia histórica, la situación creada a partir de las medidas del gobierno dominicano parecería una de las tantas sucedidas, sin embargo no es así, debido a la forma radical que respondió a la construcción del referido canal, obvió los métodos que predominan en la comunidad internacional para la solución de conflictos de esta naturaleza, y sobre todo, las implicaciones económicas que entraña la medida, lo cual luce que el presidente no consideró.
El cierre total de la frontera dominico haitiana parece una medida producto de la emoción, la improvisación, una inadecuada orientación o la falta de capacidad para una buena planificación y prever las consecuencias de estas acciones.
Es como recurrir al adagio aquel “la carga se arregla en el camino” y resulta que en términos de diseño de estrategias de políticas públicas eso puede ser fatal, más si se trata de asuntos que atañan la política internacional y diplomática.
Referimos lo anterior, porque el señor presidente al tomar tan drástica medida, parece que obvió factores tan elementales como las características de algunos sectores productivos, la importancia económica del comercio binacional en los 39 puntos comerciales que se estima existen, la balanza comercial entre ambos países y las consecuencias negativas para la industria nacional del huevo.
Veamos, según el Centro de Exportación e inversión de la República Dominicana, la balanza comercial con Haití desde 2016 hasta 2022, presenta un balance altamente positivo en favor de nuestro país, durante este periodo hubo un incremento de 250 millones de dólares, específicamente de 779.4 en 2016 aumentar a 1,028.1 millones en 2022.
No tomó en consideración que el comercio con Haití nos representó hasta el mes de agosto del presente año un promedio diario de RD$156 millones. Que en el periodo enero-agosto 2023 el país exporto a Haití el valor de 673.3 millones de dólares, equivalente al 8.27 % del total de las exportaciones del país. Es decir, 84.16 millones de dólares al mes y 2.8 millones por día.
Tampoco pensaron en los efectos negativos sobre la industria del huevo de mesa o consumo, en el desequilibrio económico y en la rentabilidad de las empresas que se dedican a la actividad, ni en los trastornos que ocasionan en los precios y su comercialización. Pero también que impedirían el acceso de la población haitiana a un alimento tan nutritivo y eficiente como el huevo.
El presidente Luis Abinader no valoró lo señalado por el experimentado periodista y ex diplomático, Aníbal De Castro, cito “La República Dominicana se arriesga a ingresar a un callejón sin salida por el tema de las aguas transfronterizas del rio Masacre, dada la inefectividad de las medidas radicales de presión adoptadas y la obligación de acudir a un arbitraje internacional de acuerdo al tratado que regula esos conflictos entre los dos Estados”.
Daños a la industria nacional del huevo
En pocas palabras, el gobierno no midió consecuencias, sobre todo para las empresas productoras de huevos que son las más afectadas con el cierre total de la frontera, debido a las características que tipifican esa actividad empresarial y productiva, que ahora pasamos a explicar.
La producción de huevos de mesa es una actividad productiva intensiva, muy laboriosa, con altos riesgos y que amerita de una alta inversión inicial, donde las amenazas de índole sanitaria, de mercado y desastres naturales laten permanentemente en todo su proceso productivo y de comercialización, toma mucho tiempo para recuperar la inversión y el producto es perecedero.
Esas características obligan que la producción de huevos debe ser llevada a cabo bajo un estricto sistema de planificación, para lo cual es necesario contar con informaciones estadísticas confiables sobre los diferentes eventos que suceden y factores que intervienen en la producción y la comercialización del producto, de manera que las políticas que se diseñen al respecto sean objetivas y certeras, que no dejen espacio a la improvisación, ni a las aventuras en su oferta y demanda.
El país cuenta con un plantel de 120 mil reproductoras livianas, suficientes para garantizar una población de gallinas ponedoras en producción superior a los 12 millones de unidades y más de 3 millones en cría y recría. Esto nos permite producir más de 9 millones de unidades de huevos al día y 270 mensual, los cuales tienen que salir al mercado con la misma periodicidad que se producen.
En términos económicos estamos hablando de un producto con una curva de oferta inelástica, debido a que el productor no puede disminuir su producción sin incurrir en grandes pérdidas, contrario a un fabricante de botellas que puede reducir su oferta inmediatamente sin afectar sus utilidades.
Con el huevo esto no es posible, debido a que los productores no lo pueden almacenar por más 5 días, sin que haya alterado su calidad al llegar a la mesa del consumidor final.
Reflexionemos que una gallina pone su primer huevo aproximadamente a las 17 semanas de edad, con una inversión de 400 pesos. Esta gallina durará en producción hasta las 80 a 90 semanas de edad, la que al agotar su vida productiva es sacrificada y enviada al mercado.
Entonces, al producirse la ruptura del equilibrio y se reduce la demanda, como ha sucedido ahora con el cierre total de la frontera, se afecta sensiblemente la rentabilidad del productor, principalmente los pequeños y los medianos, que utilizan menos tecnología y están impedidos de aprovechar las ventajas que les ofrece la economía de escala, que muy bien beneficia los grandes, aunque ante la situación actual están siendo perjudicados todos los segmentos productivos del huevo.
Las medidas del gobierno
Por lo que hemos explicado y la complejidad de la producción de huevos de mesa o consumo, podemos deducir que las medidas anunciadas para mitigar los efectos del cierre de la frontera no evitarán las grandes pérdidas a la industria del huevo y la quiebra de muchos productores, sobre todo los pequeños y los medianos, pues los recursos dispuestos y las acciones hasta ahora llevadas a cabo, no reparan los daños causados a este sector productivo.
Las medidas que el gobierno ha anunciado e implementado, resultan insuficientes y solo sirven para prolongar y agravar la crisis, no para solucionarla. Por ejemplo, la cantidad de huevos que compra el INESPRE y comercializa a precios bajos, crea caos y distorsiona su mercado, apenas adquiere en una semana la producción de un día.
De ahí que los alcances y cobertura de las medidas no garantizan el continuo y adecuado flujo de los huevos al mercado, cuyos propietarios se ven obligados a venderlos muy por debajo de sus costos de producción, o con impotencia verlos pudrirse en sus almacenes.
Las autoridades del sector agropecuario y demás estamentos gubernamentales vinculados a la decisión del cierre total de la frontera, debieron antes de tomar esta medida, reunirse con las asociaciones y líderes representantes de los productores de huevos, de forma que se consideraran las advertencias y acciones pertinentes para evitar la crisis que ahora padece el sector huevo de República Dominicana.
La solución a la crisis
Para superar la presente crisis, basta que el gobierno escuche y ponga la debida atención a las propuestas y sugerencias hechas por las asociaciones de productores y líderes del sector huevos, que reclaman la reapertura inmediata del comercio binacional, incluso mejorarlo y ampliarlo, a través de la creación de mercados permanentes en los puntos más importantes del comercio binacional fronterizo y garantizarle condiciones más adecuadas para el expendio de alimentos y otros productos.
De no ser así, solo estaríamos profundizando la crisis, causando mayores pérdidas económicas a la industria nacional del huevo y al país, gastando recursos de manera innecesaria y llevando una cantidad importante de avicultores a quebrar sus empresas.
Por Radhamés Silverio Céspedes
*El autor es médico veterinario, MS