Un acercamiento muy provechoso e interesante para las comunidades, fue el que observamos recientemente en las redes sociales entre el director ejecutivo del Instituto de Aguas Potables y Alcantarillados, Wellington Arnaud y la presidenta de la Fundación Sur Futuro, Melba Segura, reunión está en la que acordaron de forma conjunta trabajar para beneficiar a las personas residentes en zonas rurales, remotas y vulnerables con la finalidad llevarles agua y proteger sus fuentes.
Hace un buen rato que vemos a Sur Futuro promover el desarrollo y bienestar social de las comunidades pobres de República Dominicana, en la búsqueda de reducir los altos niveles de pobreza, mientras la actual gestión del Inapa ha sorprendido al país con el levantamiento de todas las plantas de tratamientos y acueductos, muchos de ellos encontrados en condiciones deplorables, abandonados e inservibles.
Son muchos los ríos con que cuenta el país, pero resulta inconcebible que en muchos lugares se presencien escena de dolor para los comunitarios cuando se desperdicia agua, producto del abandono, averías y destrozos total de redes de aducción, mientras las familias de diferentes localidades sufren y claman por el preciado líquido, el que no llega a sus hogares muchas veces porque no cuentan con un acueducto y otras, por la desidia, e irresponsabilidad de pasadas y viejas administraciones.
En este sentido y en este momento soy de los que creen que tanto Wellington como doña Melba harían una muy buena mancuerna, la cual redundaría en progreso y bienestar de las colectividades más vulnerables del país.
Empoderar para romper con la marginalidad de las zonas de mayor nivel de vulnerabilidad, es el norte que a través de la promoción del desarrollo del capital social, natural y productivo, ejecuta Sur futuro.
En cambio el Inapa, mediante la aplicación y ejecución de un plan busca mediante acciones certeras en el terreno, rescatar todas las instalaciones acuíferas, bajo la jurisdicción institucional, para de esta manera lograr que el agua llegue a los hogares de las comunidades y contribuya a mejorar la calidad de vida de sus pobladores, aumentando la resiliencia de los comunitarios ante los efectos del cambio climático, así como apoyar la gestión sostenible del ambiente y los recursos naturales.
Por Nélsido Herasme