La Batalla del 19 de Marzo; más que una fecha en el calendario

Cada año, el 19 de marzo se conmemora la primera gran batalla de la Independencia Dominicana, un enfrentamiento en el que un grupo de valientes dominicanos, con recursos limitados, pero con un espíritu inquebrantable, lograron contener a las tropas haitianas en Azua en 1844. Fue una victoria crucial que consolidó el grito de independencia proclamado el 27 de febrero.

Sin embargo, más allá de los actos protocolares, las ofrendas florales y los discursos llenos de formalidad, debemos preguntarnos: ¿qué significado tiene esta fecha en el presente? ¿Se honra realmente el sacrificio de aquellos héroes con la realidad que vivimos hoy?

Un país que no aprende de su historia

La República Dominicana ha sido escenario de múltiples batallas, no solo militares, sino también políticas, económicas y sociales. Nuestros antepasados lucharon contra la opresión y la injerencia extranjera, pero hoy seguimos padeciendo problemas que, aunque diferentes en forma, reflejan la misma lucha: la soberanía de nuestro pueblo frente a intereses externos y la incapacidad de nuestros gobernantes de anteponer el bien común sobre sus propios intereses.

El espíritu de Azua nos recuerda que la independencia no solo se defiende con armas, sino con acciones concretas que garanticen un país justo, con oportunidades para todos. Pero, ¿cómo celebramos la memoria de nuestros héroes cuando la corrupción, la impunidad y la desigualdad siguen siendo las verdaderas batallas que libramos día a día?

¿Conmemoración o simulacro?

Cada año vemos a los mismos funcionarios en actos oficiales, rindiendo tributo a los héroes, pero olvidando aplicar sus principios en la gestión pública. Se llenan la boca hablando de patriotismo mientras negocian el país en mesas cerradas, hipotecando el futuro de las nuevas generaciones.

Si realmente queremos honrar la memoria de los combatientes del 19 de marzo, debemos hacer más que recordar su gesta: debemos asumir su ejemplo con acciones concretas. No basta con izar la bandera un día al año si el resto del tiempo seguimos permitiendo que el país avance sin rumbo, como si la lucha por la independencia fuera solo un episodio del pasado y no una tarea permanente.

El mejor homenaje a quienes pelearon en Azua no es un discurso bonito, sino un compromiso real con el país que soñaron: libre, soberano y justo. Y esa, tristemente, sigue siendo una batalla pendiente.

Por Daniel Rodríguez González

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