Hace unos días, el Senado de los EE.UU. aprobó una resolución instando al gobierno dominicano a continuar tomando medidas para abordar los supuestos riesgos de derechos humanos, seguridad y privacidad de los datos que plantea la tecnología china en redes de telecomunicaciones.
Ante esas acusaciones infundadas e intentos de interferir y socavar la cooperación amistosa y mutuamente beneficiosa entre China y la República Dominicana de la parte estadounidense, la parte china expresa su firme rechazo.
Respecto al respeto y la protección de los derechos humanos, los EE.UU. es una de las peores referencias con deudas y crímenes acumulados por dentro y por fuera de su territorio. Por dentro, es el país plagado de violencia a consecuencia de la proliferación de armas, y se reportan con frecuencia casos de injusticia en el ejercicio de la ley y abusos carcelarios.
En el exterior, las acciones de subversión y las guerras iniciadas por ellos han dejado a más de 20 millones de refugiados o desplazados tan solo en Afganistán, Irak y Siria. Con su acción militar en Afganistán, además de cobrar más de 100.000 muertes, despojaron al pueblo afgano 7.000 millones de dólares estadounidenses imprescindibles para salvar vidas. El gobierno estadounidense ha convertido a los derechos humanos en una hoja de parra para imponer su hegemonía en el mundo.
Sobre la privacidad y seguridad de datos, Tom Burt, vicepresidente de Microsoft, comentó en junio de 2021 que las autoridades policiales de los EE.UU. emitieron por cada año en cinco años consecutivos entre 2400 y 3500 órdenes de confidencialidad a Microsoft para obtener los datos de sus usuarios.
Los EE.UU. es precisamente el propio que exige a las empresas a instalar puertas traseras para su libre acceso y consecución ilegal de los datos de los usuarios. Desde el incidente de Edward Snowden hasta la revelación de las escuchas por parte estadounidense a altos funcionarios de sus aliados a través de cables submarinos, los hechos han comprobado en repetidas ocasiones que los EE.UU. es el imperio de hacker, de espionaje y de robo de confidencialidades.
Estigmatizar a los demás no logrará blanquearse a sí mismo. Es por ello, que antes de proceder acusaciones a los demás, los EE.UU. primero debe consensuar y cuestionar su propia honradez: ¿Está en condiciones para esto? ¿Qué tipo de paradigma está dejando al mundo?
Los EE. UU. generaliza el concepto de seguridad nacional y elabora todo tipo de razones para reprimir incesantemente a las empresas chinas, lo que es una grave violación al principio de competencia leal y las normas económicas y comerciales internacionales, y perjudicarían a la estabilidad y la seguridad de las cadenas industrial y de suministro del mundo.
Todas estas maniobras de supresión a las empresas chinas de su lugar en la cooperación internacional por medio del poderío estatal estadounidense y contención del derecho legítimo a desarrollo y prosperidad de otros países, están guiadas por el objetivo de preservar su hegemonía científica y tecnológica y sus propios intereses económicos.
En noviembre pasado, los dos mandatarios de China y los EE.UU. se reunieron en Bali de Indonesia, donde tuvieron un intercambio sincero y profundo sobre temas relevantes como relaciones bilaterales y el desarrollo pacífico del mundo.
El presidente Biden resaltó que los EE.UU. no tiene intención de obstruir el desarrollo económico de China ni cercar a China. No obstante, no cumplen con sus palabras. Los EE.UU. no cesa de reprimir con mala fe a las empresas chinas, y procuran forzar a otros países a seguir sus pasos.
Cabe señalar que China tiene sus perseverantes principios y línea roja, y cuenta con sus intereses legítimos que ha de defenderse como sea. China no se doblegará ante el bullying de cualquier hegemonía. La parte estadounidense ha de canjear las posiciones positivas manifestadas por el presidente Biden en políticas y actuaciones, y suspender aquellos intentos de contención y represión sobre China.
En el informe del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se señala que China respeta la soberanía de todos los países, se opone resueltamente a todas las formas de hegemonismo y política de poder.
Propugna por defender los principios de sinceridad, honestidad, afinidad y franqueza, y a una concepción correcta de la justicia y los intereses, en aras de fortalecer la solidaridad y la cooperación con otros países en vías del desarrollo.
Tanto China como la República Dominicana somos países soberanos independientes y es nuestro legítimo derecho a desarrollar relaciones con otros países de acuerdo con nuestras propias necesidades de desarrollo. La cooperación entre China y la República Dominicana es una decisión independiente de ambos países, que satisface a los intereses en común y no hay lugar para injerencias de terceros países.
Las empresas chinas instaladas en la República Dominicana han sabido respetar estrictamente las normas internacionales y de las leyes o reglamentos locales, cumplen conscientes de sus responsabilidades sociales y se afanan por impulsar el desarrollo económico y social de la República Dominicana.
Esperamos y así lo confiamos que la parte dominicana pase por alto todos aquellos ruidos inoportunos y siga proporcionando un entorno empresarial abierto, justo y no discriminatorio para las empresas chinas, de manera que entre todos salvaguardemos el satisfactorio ímpetu del desarrollo de las relaciones económicas y comerciales entre China y la República Dominicana y profundicemos aún más la cooperación amistosa y de beneficio mutuo entre los dos países.
Por Zhang Run
*El autor es embajador de China en la República Dominicana