Existen enfermedades que atacan el cuerpo y lo destruyen, pero hay una que se encarga de arruinar la parte emocional y espiritual de los seres humanos, y al parecer, es incurable, esta se llama envidia.
Me da la impresión de que quienes la padecen, entienden que están bien. Hago esta afirmación debido a que, a mi consulta psicológica, nunca ha asistido un paciente que reconozca que es envidioso y que busque ayuda para dejar de serlo.
En ocasiones, se piensa que la mayor causa de envidia es tener dinero, pero realmente no es así, una persona puede tener todos sus problemas económicos resueltos y sufrir grandemente, por ejemplo: por conocer a alguien que siempre está alegre.
Estoy segura de que casi todos conocemos a alguien, que en ocasiones nos quiere minimizar o ridiculizar, pero la realidad es que tenemos alguna virtud o un don, que les obliga a compararse con nosotros y desear tener eso que entiende que poseemos y que siente que le hace falta, mientras a nosotros nos sobra.
Una vez, en mi área de trabajo, fui promovida a una posición que, prácticamente, doblaba el sueldo que devengaba en ese entonces.
Al principio, yo estaba totalmente sola, y la posición ameritaba tramitar solicitudes al superior inmediato, lo cual debía hacer yo, pues no tenía mensajero.
Para mí esto no significaba nada vejatorio, pero una persona en particular, cuando me veía realizando esas funciones, en tono de burla, me decía: ¿Oh, y ahora eres mensajera…?
Lo hizo en dos ocasiones y a la tercera vez, utilizando el mismo tono que ella, le dije: “Búscame un solo mensajero en esta institución que gane igual que yo”.
Jamás volvió a repetirse. Transcurridos algunos días del evento, me enteré que ella estaba histérica porque quería el puesto para ella.
Finalmente, algunas recomendaciones para lidiar con estas personas, son las siguientes:
-Entender que realmente tienen una enfermedad, la cual les genera mucho sufrimiento.
-No permitir que su forma de actuar nos dañe.
-No necesariamente apartarlo de nuestras vidas, pero si entender que quizás, de manera no consciente, pueden fastidiarnos la vida. Ojo con los envidiosos.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica