La ira es mala consejera

Aunque es muy fácil de decir pero difícil de llevar a la práctica, resulta muy peligroso para los seres humanos actuar con sangre fría cuando la ira es quien toma el control.

Nos creemos los protagonistas de la película y, generalmente, tomamos decisiones de las cuales, en muchas ocasiones, el tiempo no nos alcanza para arrepentirnos.

Hace unos días llegó a mis manos una anécdota que narraba lo sucedido a un humilde campesino que convivía maritalmente con una hermosa mujer, que según comentaban sus vecinos, tenía una extensa lista de los hombres que habían desfilado por su vida. Además, tenía varios hijos producto de esas relaciones.

Como decimos en este país, el hombre vivía “afixiao” de su hembra, ignoraba todos los comentarios y burlas y, como era una persona muy decente, se llevaba bien con todo el mundo.

Pero, como tentado por el Diablo, al enterarse de que su mujer se había acostado con un vecino, un negro muy feo y arrogante, pidió prestada una bocina y salió informándolo para que fuera del conocimiento de todos.

Bajo el efecto total de la ira, no pensó en las consecuencias, pues, con esto, consiguió el repudio de todos los moradores, todos consideraron que la acción cometida, era muy baja, y aunque resulte increíble, solo transcurrió un día para que él anduviera rogándole a su pareja, que le permitiera volver con ella.

Investigando, aprendí que la ira acelera el ritmo cardíaco, altera la presión arterial, y la adrenalina en la sangre, por tales razones, debemos tener en cuenta las siguientes estrategias, antes de realizar una acción de la cual tengamos que arrepentirnos:

  • Piensa antes de hablar y expresa tus sentimientos de forma creativa
  • Una vez que te tranquilices, expresa tu ira  y el motivo de tu enfado
  • Haz un poco de ejercicio
  • Tómate un tiempo para reflexionar y busca alternativas al estrés
  • Identifica posibles soluciones y prepárate para la frustración.
  • Recurre a las declaraciones en primera persona
  • No guardes rencor y reduce tus expectativas sobre los demás
  • Usa el humor para aliviar la tensión
  • Expresa los sentimientos con firmeza pero sin agresividad
  • Aplaza el enfado y después redirígelo

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Finalmente, en el caso narrado, el hombre que cometió la falta se convirtió en una especie de verdugo, debido a que todo el mundo se solidarizó con ella y empezaron a verla como una víctima.

Desde mi punto de vista, si él estaba acostumbrado a que ella se acostara con cualquiera, y se hacía de la vista gorda, debió mantener esa actitud, y quedarse con su hembra. Ahora, además de convertirse en victimario, ella se da el lujo de despreciarlo.

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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