Con el gobierno que se juramenta hoy se inicia la nueva normalidad matizada por incidencia de una pandemia causante de la crisis sanitaria y económica mundial con gran afectación sobre República Dominicana, cuya economía concluirá este año con crecimiento negativo y aumento del desempleo.
En la historia reciente son muchos los presidentes que inician mandatos en periodos de posguerra o en medio de crisis económica o política, pero Luis Abinader ingresa al círculo de mandatarios cuya tarea esencial es frenar la covid-19 y dar apertura formal a una nueva realidad.
Cuando el Partido Revolucionario Moderno (PRM) proclamó a Abinader como su candidato presidencial, la economía dominicana se situaba entre las de mayor crecimiento en América Latina, con ingresos en 2019 de 32 mil millones de dólares.
Al ceñirse hoy la banda tricolor, el nuevo jefe de Estado, la propagación de la covid-19 ha causado la suspensión de un millón 114 mil trabajadores formales, cierre o quiebra de miles de empresas grandes, medianas y pequeñas, caída del turismo, manufactura, exportaciones y comercio.
No se trata de una crisis convencional con causales internos, sino un crack derivado del derrumbe de la economía mundial, que este año tendría un crecimiento negativo de 9% del PIB en Europa y de un 4% en Estados Unidos, con pronunciados derrumbes en México, Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Venezuela.
Aun cuando se asegura que a final de año se tendría en producción de más de una vacuna contra el coronavirus, es previsible que la condición de extrema crisis sanitaria perdure durante el 2021, con su obvia secuela de afectación económica.
Ante el cuadro descrito, el nuevo gobierno estaría compelido a enfrentar de manera simultánea los difíciles frentes de la crisis pandémica y económica, en el entendido de que están unidas por un tétrico cordón umbilical.
El presidente Abinader tendrá que lidiar con un pronunciado déficit fiscal que limita la capacidad financiera para afrontar la covid-19 , lo que obliga a gestionar créditos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras agencias, mientras se prepara el proyecto de Reforma Fiscal para elevar la presión tributaria y los ingresos.
El proceso de recuperación de la economía de Estados Unidos, la estabilidad de las remesas, el incremento en el precio del oro, plata y níquel, la baja en el precio del petróleo y la fortaleza del sector agropecuario son luces en el túnel.
El nuevo Gobierno debería consolidar conciencia en torno a los trascendentales retos económicos, financieros, monetarios, políticos y sociales que tendrá que abordar casi de inmediato, sin ignorar ni por un segundo que la gestión del presidente Abinader inaugura formalmente hoy lo que será “la nueva normalidad”.
Por Orión Mejía