En dos artículos anteriores señalé que tres partidos con posibilidades de acceder o permanecer en el Poder en las elecciones de 2024 provienen de la misma génesis de pensamiento liberal que impulsó el profesor Juan Bosch desde hace más de medio siglo.
No debe confundirse el liberalismo clásico, erigido en el siglo XVII sobre las ideas de John Locke, que pregona la libertad del ser humano, igualdad jurídica y bienestar económico, con el neoliberalismo, acuñado en 1938 por el alemán Alexander Rustow, que aboga por reducir al máximo la intervención del Estado en la economía y en el mercado.
El pensamiento liberal se acerca a la frontera del pensamiento marxista, y el neoliberalismo obra como sostén del conservadurismo, conjunto de doctrinas de derechas que se opone a cambios políticos, sociales o económicos que garanticen progreso basado en equidad e inclusión.
El liberalismo es sostén ideológico de la burguesía; el conservadurismo, del sector oligárquico y el marxismo, del proletariado, aunque después del derribo del Muro de Berlín, la izquierda no delirante emigra hacia el pensamiento liberal.
República Dominicana figura entre los pocos países donde tres de cuatro partidos liberales surgidos de un mismo líder han alcanzado el poder, pero también que esos partidos, en menor o mayor medida, han servido a intereses o han sido secuestrados por el sector oligárquico.
La consolidación del espacio democrático, en términos de libertades públicas, independencia de los poderes del Estado, modernidad institucional son aportes de los partidos liberales (PRD, PLD y PRM), pero también han impulsado esquemas jurídicos y políticos que fomentan privilegios.
La burguesía dominicana ha podido conquistar algún espacio en el mercado, pero prevalece el dominio del gran comercio importador y exportador sostenido en el modelo de servicio e intermediación financiera, el cual cambia el rostro salvaje de las multinacionales por el de “inversión extranjera directa”.
La pequeña burguesía, que Bosch procuró “desclasar” mediante intensa educación política, y que Peña Gómez logró movilizar y colocarla a la vanguardia de la lucha electoral, se acomodó al alpiste que provee el Estado, lo que hace difícil que los partidos liberales inmunicen sus entrañas contra el virus del conservadurismo, en razón de que la clase obrera es políticamente inhábil.
En los comicios del 2024 se reeditará la confrontación entre el pensamiento liberal y la plataforma conservadora, porque de nuevo la sociedad aspira a que el partido ganador garantice los principios de igualdad ante la ley, independencia de poderes, Estado laico y el parlamentarismo. ¿Cuál de los tres partidos cumpliría con este mandato?
Por Orión Mejía