La patria no se discute, se defiende

Lo que pasó con la marcha del pasado domingo 30 de marzo al llamado Hoyo de Friusa, es una vergüenza nacional. Un grupo de dominicanos decidió ejercer su derecho constitucional a protestar de manera pacífica, para llamar la atención sobre un tema que nos está explotando en la cara: la inmigración descontrolada, el desorden en nuestras fronteras y el abandono del Estado en zonas donde ya no parece ondear la bandera dominicana. Pero en vez de apoyo, lo que recibieron fue represión, burlas y acusaciones de odio.

Y ahí es donde uno se pregunta: ¿qué es ser patriota en este país? ¿Qué entiende el dominicano de hoy por amor a la patria? Porque al parecer, para muchos—incluyendo al presidente del Instituto Duartiano, que debería estar al frente de este tipo de causas—defender la soberanía, exigir orden y proteger nuestra identidad es “radicalismo” o “discurso de odio”. ¿En serio?

Lo más triste es que estas reacciones no vienen solo de extranjeros ni de ONGs extranjeras, sino de dominicanos, funcionarios públicos, académicos y hasta “activistas” que viven del sistema y se dan el lujo de criticar a quienes sí están dispuestos a poner el cuerpo por la patria.

El presidente del Instituto Duartiano, que debería ser un guardián de la soberanía, prefirió distanciarse de la marcha con declaraciones tibias y políticamente correctas. ¿Dónde están sus acciones? ¿Dónde está la defensa activa del legado de Duarte? ¿O es que Duarte también sería mal visto hoy por “nacionalista”?

Ser patriota no es ir a misa el 27 de febrero ni citar frases bonitas de Duarte en Twitter. Ser patriota es tener el valor de enfrentar la verdad, aunque incomode. Es alzar la voz cuando el Estado cierra los ojos. Es ir a Friusa y mostrar que República Dominicana no se vende ni se entrega.

A muchos les molesta esta postura porque están más preocupados por cómo nos ven afuera que por cómo vivimos adentro. Pero la patria no es un discurso diplomático. La patria es la tierra, la gente, la historia y el futuro. Y si no defendemos eso, no nos queda nada.

Hoy, más que nunca, hay que tener claro que el verdadero discurso de odio es el silencio ante el caos. La verdadera traición es disfrazar la cobardía de tolerancia. Y el verdadero amor a la patria es acción, no pose.

Termino con un pensamiento de Juan Pablo Duarte: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”. 

Por Daniel Rodríguez González

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