La oposición política incurriría en un error si no participa en los debates en torno al paquete de reformas que propone el Gobierno, porque, como se dice en términos jurídicos, le van a declarar el defecto por falta de concluir, así como la inadmisibilidad de sus planteamientos, por abandono.
Al término de una reunión del presidente Luis Abinader con su gabinete ampliado, el vocero de la presidencia adelantó que el Gobierno se propone aprobar 12 reformas, incluida la fiscal, para lo cual dispone de mayoría absoluta en el Congreso.
La ausencia no es la mejor opción que tendrían Fuerza del Pueblo (FP) y Partido de la Liberación (PLD), aunque se admite que presentes o no en los foros de debates, esas reformas serian refrendadas por las cámaras legislativas, incluida una anunciada modificación a la Constitución de la República.
La reforma tributaria es un mandato de la ley que instituyó la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), pero también un asunto imperativo para nivelar las finanzas públicas y afrontar el crónico déficit fiscal, por lo que no sería prudente que FP y PLD permitan que le pronuncien un fallo por falta de conclusiones.
El Consejo Económico y Social (CES) sería el escenario ideal para abordar las reformas fiscal, seguridad social y Código Laboral, sobre las cuales el liderazgo político tendría mucho que aportar, al igual que el empresariado y las centrales sindicales, aunque no estaría mal un cara a cara entre el Presidente, Leonel y Danilo.
La Vía Electa, como se dice en derecho, debe ser en primer término el diálogo entre el Gobierno e instituciones con calidades para representar a los diversos sectores de la sociedad, en condiciones de igualdad y transparencia, por lo que no sería prudente adelantar la escogencia de las calles como ámbito para dirimir contradicciones.
Sería un error del Gobierno si desde temprano comienza a exhibir los músculos o fortaleza obtenidos como resultados de las elecciones, porque obligaría a la oposición a escoger el escenario que antes usó el hoy partido oficial: la Plaza de la Bandera, por lo que lo aconsejable es exhibir la mano de seda.
En un no deseable escenario dialogante con ausencia de la oposición política, el alto empresariado tendría control de las decisiones que se adopten, porque su contraparte serían dirigentes sindicales sin mando ni representación y organizaciones gremiales con escasa influencia, por lo que las decisiones que se acuerden tendrían anemia de legitimidad.
Este es el momento de actuar con cabeza fría, aunque arda el corazón, por una nación que no merece que se acentué una crisis en ciernes matizada por un entorno externo difícil, por lo que la oposición debería elegir en primera instancia el diálogo, en representación de la población.
Por Orión Mejía