Las clases no se suicidan

Soy un digno ejemplo de que se puede vivir en barrio, donde la mayoría de las personas que nos rodean, carecen de los conocimientos necesarios para entender que existen reglas que deben respetarse, y actúan como decía mi difunta madre: “como el chivo sin ley,” pero es posible educar a los hijos, distinguiéndolos de los demás y ganándose el respeto de todos los que les rodean.

Pienso que existen ciertas diferencias entre vivir en un barrio y ser “barrial,” pues, este último concepto, define a una persona vulgar, irrespetuosa, capaz, por ejemplo, de decir palabras feas, sin importarle delante de quien las dice.

Quizás, muchos se pregunten cómo es posible que, teniendo mi marido y yo tantos estudios y conocimientos, especialmente él, nos hayamos acostumbrado a permanecer en nuestra casita, en el sector donde vivimos. Eso es cuestión de decisiones personales.

En lo que a mí se refiere, soy muy sociable, creo que no soportaría vivir encerrada, sin sentir que tengo vecinos a quienes acudir, en caso de necesidad. Eso siempre ha sido un tema, pues, conozco personas, que se han mudado a urbanizaciones, donde, según ellos, viven personas de alto nivel, para lo cual hacen todos los líos del mundo, pues creen, que, al dar ese salto, cambian de clase social. ¿Realmente es así?

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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