Cada año, miles de personas abandonan sus países en Latinoamérica, el Caribe y otras regiones del mundo para intentar asegurar su futuro y el de sus familias, que se han vuelto prácticamente inalcanzables en sus países de origen, por la inestabilidad económica y política, la violencia, la inseguridad y la falta de oportunidades.
Estos flujos migratorios constantes provocan que la presión migratoria se sienta con mayor intensidad en varias regiones del mundo, en estos momentos de manera particular veremos dos casos: los flujos migratorios de Centroamérica principalmente del triángulo norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) hacia los Estados Unidos vía México y el producido en Melilla y Ceuta dos ciudades españolas situadas en el norte de África y que colindan con Marruecos.
Marruecos pasa por una fuerte inestabilidad económica debido a los años de sequía y a que el crecimiento económico no consigue despegar, esto provoca una debilidad en la creación de riqueza y muchas dificultades a los jóvenes para acceder al mercado laboral, lo que ha sido agravado por la pandemia del Covid-19.
Esto ha llevado a que los jóvenes tengan pocas expectativas de futuro, ya que el desempleo va en aumento, solo en los primeros tres meses del 2021, el desempleo se situó en 1,5 millones, estos factores y otros más han provocado que más de 8.000 ciudadanos de Marruecos, la mayoría jóvenes, entre ellos 1,500 menores de edad en situación de pobreza, llegaran al enclave español de Ceuta, situado en el norte de África, desde las playas marroquíes limítrofes, buscando el llamado sueño europeo.
No es la primera vez que ocurre un hecho de esta naturaleza, en el 2006 se produjo la crisis de los cayucos en Canarias, en el verano del 2018 hubo record de desembarcos y en años recientes desembarcaron en el muelle grancanario de Arguineguín casi 2.200 personas en dos días.
La situación migratoria de Ceuta en España, es algo sin precedentes, ya que es la primera vez, que tal número de inmigrantes cruza las fronteras de forma irregular.
Este hecho ha desencadenado una crisis migratoria y política en la frontera entre España y Marruecos, esta vez marcada por la hospitalización en España del líder independentista saharaui Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario, con el cual Marruecos mantiene una disputa territorial desde los años 70 del siglo pasado, por los casi 270.000 kilómetros cuadrados principalmente de arena y escasamente poblado.
En el caso de la frontera México y Estados Unidos la llegada de migrantes indocumentados Centroamericanos, ha vuelto a romper todos los récords conocidos. Según la Oficina de Aduanas y Protección fronteriza (CBP), en el mes de abril se registraron las mayores cifras de los 20 últimos años: más de 178.000 personas llegaron de manera irregular, en muchos casos poniendo su vida en riesgo.
La inmigración de la región hacia los Estados Unidos tiene una historia que abarca décadas. Casi la mitad de los aproximadamente 3.5 millones de inmigrantes centroamericanos residentes en los Estados Unidos en 2017 arribaron antes del año 2000.
Los inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras, países que conforman el triángulo norte centroamericano, representaban el 86 por ciento de todos los centroamericanos en los Estados Unidos.
Durante la década de 1980, las guerras civiles en El Salvador, Guatemala y Nicaragua impulsaron un número importante de centroamericanos a emigrar hacia los Estados Unidos. Sucedió una época de desplazamientos, inestabilidad económica e inseguridad y, aunque los conflictos civiles cesaron de manera formal en los tres países, después de la firma de los acuerdos de paz en la siguiente década, la incertidumbre política y económica continuó azotando la región.
Las crisis económicas, la falta de acceso a la educación, a la salud, el desempleo, la violencia, la falta de oportunidades y otros factores estructurales y personales han motivado a las personas de los países Centroamericanos principalmente los del triángulo norte (Honduras, Guatemala y El Salvador), a buscar una nueva vida en los Estados Unidos o en otros países de la región, solo entre 1980 y 1990, la población inmigrante centroamericana en los Estados Unidos se triplicó.
En el año 2019 según datos de la ONU, El Salvador tenía 1,429,155 inmigrantes en los Estados Unidos, Guatemala 1,070,743 y Honduras 655,995, lo que da un gran total de 3,155,893 inmigrantes en territorio norteamericano solo para el triángulo norte centroamericano, muchos de los cuales llegaron de forma irregular, todos buscando el llamado sueño americano.
Tanto la crisis migratoria en la frontera de España y Marruecos, como la de la frontera Estados Unidos y México, presentan muchos desafíos y retos que deben ser afrontados con mucha responsabilidad por los países involucrados, teniendo siempre presente el respeto a los derechos humanos de los migrantes, tomando en cuenta que son personas que buscan de manera desesperada salir de la pobreza agravada por las crisis económicas.
Estas crisis migratorias deben tener una buena gestión de todas las autoridades involucradas, sin atropellos y abusos, contra miles de personas, entre ellos muchos menores de edad o mujeres que merecen un trato justo y humanitario de quienes deben ser los primeros en respetar la dignidad de las personas y sus derechos, eso esperamos en estos casos y en cualquier otro que se presente en alguna otra región del mundo.
Por Luis Fernández
* El autor es político y comunicador