Las faltas ortográficas

Siento que tengo razón al afirmar que, para los seres humanos, resulta más fácil hablar, que escribir. Llego a esta conclusión, debido a que en mí diario vivir, he conocido a muchas personas que, realmente, logran impresionarme con su modo tan correcto de expresarse, pero, lamentablemente, cuando he tenido que comunicarme con ellas, a través de la escritura, suelo quedar grandemente decepcionada.

Podría considerarme muy rígida con este tema y me resulta sumamente difícil no corregir a alguien con quien no tengo la suficiente confianza, y que, en algunos casos, están jerárquicamente en un nivel superior.

Llamó mucho mi atención, ver las indicaciones de una excelente profesional de la medicina, cuyas letras me impresionaron por su belleza, así como por su forma tan fluida al hablar, sin embargo, en todas sus indicaciones, resaltaba notoriamente una palabra mal escrita, que, en su caso, no es aceptable.

En muchas ocasiones repito, que, si yo tuviera el poder necesario, en este país fuera obligatorio el conocimiento de las reglas gramaticales, y fuera una asignatura, cuyo dominio, sería un requisito obligatorio para lograr cualquier título universitario.

Me impresiona, cuando hablo por WhatsApp con personas que poseen más de un título universitario, incluso maestría, y desconocen la escritura de ciertas palabras tan elementales, que es posible que algunos niños, de nivel escolar bajo, conozcan perfectamente.

Cuando observo esas faltas ortográficas tan horrorosas, no puedo controlar la sensación de no querer seguir comunicándome por escrito con quienes exhiben semejantes deficiencias, pues, estoy plenamente convencida, de que ya en la adultez, realmente, es casi un mal incurable.

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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