En las elecciones de 2024 competirán con más o menos posibilidades de retener o retornar al Poder los partidos Revolucionario Moderno (PRM), de la Liberación (PLD), Fuerza del Pueblo (FP) y el Revolucionario Dominicano (PRD), que acude aliado en un frente opositor, todos con raíces bochistas o peñagomista.
Ese árbol genealógico proviene del pensamiento político de Juan Bosch, aunque del tronco, cuyas raíces se afincaron sobre surcos de un proyecto de liberación nacional, brotó otra cepa social demócrata que se expandió impulsado por el liderazgo de José Francisco Peña Gómez.
Esas raíces afianzaron una frondosa arboleda con variados matices ideológicos bajo la cual se cobijó la incipiente democracia dominicana, por lo que en términos político puede decirse que al pensamiento liberal de Bosch y Peña Gómez debemos lo que somos hoy, pero también lo que debimos haber sido.
Lo que intento resaltar es que el germen del conservadurismo se infiltró desde la germinación de esa semilla, que brotó en Cuba, hace 84 años, y fue trasplantada en estas tierras de primacía, en 1963, sobre árido terreno social diezmado por una sequía democrática de 32 años.
Antes de 1963, Bosch pregonaba un tipo de democracia que en la frontera imperial solo fue posible instaurar en Costa Rica, porque ese tipo de raíz no podía crecer entre maleza de pobreza y atraso, no sin antes abonarla con un proyecto político encaminado a lograr la liberación nacional.
A partir de 1970, después un recorrido político a Estados Unidos, Peña Gómez abrazó el postulado de que “los liberales de Washington” serían mejores aliados de la revolución dominicana “que Fidel Castro o Mao Tse Tung”, lo que motivó el rompimiento político con el maestro y su periplo por la socialdemocracia.
Visto desde una distancia de 53 años, al concluir los viajes de Bosch a Benidorm, España, y de Peña Gómez a Washington, el sector liberal dominicano se afianzó en el litoral ideológico de centroizquierda, con el maestro más cercano a un nuevo socialismo y el alumno en torno a la socialdemocracia.
A los historiadores les corresponde establecer cuál el posesionamiento del conservadurismo político, con su expresión económica, que una vez Bosch definió como “el frente oligárquico”, dentro de ese modelo ideológico diseñado para albergar pensamiento liberal o progresista, que en su zigzagueo ha estado más tiempo en la diestra que en la siniestra.
No será fácil precisar en términos históricos la extraña mezcla de liberales y conservadores en el mismo árbol ideológico germinado por el pensamiento político de Juan Bosch y Pena Gómez, aunque ahora los liberales son más conservadores y estos serán siempre los mismos.
Por Orión Mejía