Es posible que muchas de las personas que me leen, tengan conocimiento de mi condición natural de madrugadora sin remedio, y de que como tal, soy fiel seguidora del programa,“Día a día”, conducido por el ex sacerdote, Alberto Linero.
Linero, de forma amena y ligera, desarrolla temas que para mí son de gran interés. Hace unos días,se refirió con mucho énfasis a lo que realmente significa ser un líder.
En ocasiones, cuando se menciona esta palabra, pensamos en algunas figuras famosas, con gran arrastre, y con muchos seguidores, a quienes en ocasiones, manejan a su antojo. Pero según el criterio del exsacerdote, un líder puede ser cualquier ser humano que tenga la capacidad de organizar y dirigir a otras personas, logrando, además, influir en ellas, de manera positiva o negativa.
En términos sencillos, una señora ama de casa, que administra las riendas del hogar, puede considerarse una líder.
En su disertación, aprendí que uno de los más completos representantes de esta clasificación, son los líderes adaptativos, cuyas principales características son las siguientes:
-Saben diagnosticar, lo cual hace que se puedan anticipar a situaciones que pueden tornarse difíciles.
-Son flexibles. Condición humana que les permite adaptarse a los cambios.
– Son detallistas, capaces de reconocer, de manera sincera, los méritos de los demás, sin pensar que son los únicos que tienen la verdad.
Una de las cosas más grandes de este tipo de líderes, es que no temen tener a su lado, a personas con mucho conocimiento y gran carisma, aprenden a manejarse de forma tal, que en vez de sentirse atemorizados, entienden que esto aumenta su crecimiento.
Me identifiqué plenamente con este tema, y humildemente, sin tener conocimiento del mismo, me tocó vivir en persona esta experiencia y logré enfrentarla de manera acertada.
Mientras me desempeñaba como encargada, en una oficina gubernamental que tuve la oportunidad de dirigir, se presentó la necesidad de hacer cambios dramáticos en los procesos internos, entonces, una chica que trabajaba bajo mis órdenes, mostró mucho más dominio que yo en el manejo del trascendental momento. De manera estratégica, le permití asumir el control total y me convertí en su asistente.
Los resultados obtenidos fueron óptimos, sin que ello afectara mi condición de encargada. Sin proponérmelo, actué como una líder adaptativa. ¡Gracias del alma, Anastasia!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica