Estamos en la época de los grandes avances tecnológicos, pero, sin ánimo de retroceso, se puede observar cómo nuestros niños parecen robots. Muchos están perdiendo la capacidad de razonar, y falta poco para que se les afecte la audición, de tanto usar los benditos audífonos.
Hace unos días por poco me caigo muerta del corazón, cuando una niña que está en sexto grado de la primaria (no me imagino ni remotamente como llegó a ese nivel) me pidió que la ayudara a buscar una información para una tarea.
Ella estudia en una escuela que hay en el sector de Villas Agrícolas, llamada Palacio Escolar España. La escuela cumplía años, y le asignaron investigar sobre sobre su fundación.
Me mostré dispuesta a ayudarla, pero como ella tiene Tablet, le sugerí que buscara en Google.
Tal parece que le hablé en otro idioma, pues aparentemente nunca ha entrado por ahí.
Con todo el ánimo de ayuda, busqué la fecha en que dicha escuela fue fundada: el 11 de enero de 1959.
Creyendo que me las estaba comiendo, la llamé por la ventana y le di los datos. No sé cómo pude contener mi sorpresa, ella fue incapaz de escribir el año. No importó que le pronunciara cada número de manera individual.
Preocupada le dije que me dejara ver cómo escribió lo que le acababa de decir, y mi sorpresa fue que no domina esa cifra; lo escrito por ella tenía como siete números. Definitivamente, tuve que escribírselos. Lo más interesante es que creo que ella conoce todas las redes sociales que existen actualmente.
Me sorprendí cuando me preguntó que en honor a qué país se le puso el nombre a la escuela. Agotada se lo dije ya con ganas de darle un boche, ya que la repuesta es bien evidente: “A España”.
La odisea final fue cuando me preguntó que cuántos años tenía la escuela, y creyendo que acababa de descubrir a América, le dije: a 2022 debes restarle 1959… La lucha que cogí se la dejo de tarea.
Después de lo sucedido la oí hablando de Tik Tok. Durante mucho rato, mi estupor impedía que le preguntara en qué curso estaba. Cuando me armé de valor, de manera inmediata llamé a mi marido para comentarle, y él con cara de congoja me dijo: No me digas nada…Ya oí.
Jamás añoraría la educación a reglazos de mi tiempo, pero lamentablemente, tecnología y razonamiento, parece que son inversamente proporcionales para muchos de nuestros niños en este tiempo.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica