En 1992, los Estados miembros de las Naciones Unidas se reunieron en Río de Janeiro para celebrar la Cumbre de la Tierra, un evento decisivo para las acciones mundiales encaminadas a proteger el medio ambiente y el clima.
Fue en este evento en el cual cuatro jóvenes activistas tuvieron la oportunidad de dirigirse a los líderes mundiales y reclamarles un mayor compromiso con la naturaleza.
Desde ese entonces, millones de niños y jóvenes han crecido viendo el aumento de la temperatura del planeta, el derretimiento de las capas de hielo, la extensa deforestación y el agotamiento de nuestros recursos naturales.
Desde ese entonces, millones de niños se han quedado esperando a que los líderes mundiales actúen. Pero la espera ya terminó, los jóvenes de hoy son los líderes que el mundo ha estado esperando.
Los jóvenes conforman alrededor de un 40% de la población mundial y en la mayoría de los países en desarrollo son el grupo social más grande. Esta generación de líderes juveniles no solo es numerosa, también está conectada y es una de las más apasionadas y comprometidas con lograr la sostenibilidad y protección del medio ambiente.
Alrededor del mundo, son ellos los que están a la cabeza de la acción climática pues han reconocido que el cambio climático es una de las mayores crisis de nuestro tiempo, para la cual no existe vacuna ni confinamiento.
A diferencia de pasadas generaciones las cuales han fallado en responder adecuadamente ante esta crisis, los jóvenes están escuchando a los científicos y están tomando acciones a nivel local y global. Ellos han demostrado que la cara de la lucha contra el cambio climático es joven y lo seguirá siendo por muchos años más.
Es por esto que la forma en que involucremos a los jóvenes en la toma de decisiones y búsqueda de soluciones será determinante para lograr el desarrollo sostenible y mitigar los efectos del cambio climático.
Las soluciones globales sólo serán efectivas si se construyen con los jóvenes, muchos de los cuales hoy son actores políticos, empresarios, líderes locales y activistas.
Solo si los involucramos y empoderamos en todos los niveles y les permitimos ser parte del desarrollo de políticas es que estaremos hablando de una democracia verdadera, pues la democracia no es solamente votar cada cuatro años, también es tener un asiento en la mesa donde se toman las decisiones.
Por Claudia Taboada