Al llegar a los Estados Unidos a principios de los años 70, especialmente a la ciudad de Nueva York, observaba que los partidos dominicanos venían a los Estados Unidos a buscar recursos económicos para la campaña electoral en la República Dominicana.
Los principales Estados de la Unión Americana visitados por estos partidos eran Nueva York, con el mayor número de residentes dominicanos, siguiéndole Nueva Jersey, Boston, Chicago en Illinois, Miami en Florida, así como Puerto Rico. Los principales partidos que presentaban sus programas de gobierno a la comunidad Dominicana eran el Partido Revolucionario Dominicano, (PRD), el Partido la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Reformista Social Cristiano ( PRSC).
Estos partidos venían con promesas para ser implementadas exclusivamente en la República Dominicana porque se tenía la idea de que si la condición de vida mejoraba en la República Dominicana, la gran mayoría de los dominicanos residentes en el extranjero regresarían al país, ya que se nos consideraba exiliados económicos.
Al acercarse la contienda electoral, cada cuatro años teníamos el mismo turismo electoral aunque con la ausencia de propuestas hacia la comunidad Dominicana que se mantenía residiendo en el extranjero. Todas estas visitas se hacían cada cuatrienio de una manera constante y a veces hostigante y cansona.
El único político que escuché con una propuesta concreta fue el profesor Juan Bosch en las elecciones del 1990, en las que decía que de ganar las elecciones le entregaría a los empresarios dominicanos la administración de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA); después de Juan Bosch ningún candidato que recuerde había hecho propuesta alguna tomando en cuenta a los empresarios dominicanos de la Diáspora.
Fue en el año 1997 con la ley 275-97 que se estableció por vez primera el financiamiento público directo a los partidos políticos en República Dominicana, y después de la aprobación de dicha ley las visitas de los candidatos participando en las elecciones disminuyeron de forma considerable. Esto significa que sólo nos veían como una tácita llena de oro para vaciarla cada cuatro años, mientras nos adormecían con ideas puramente electoreras.
A partir de las elecciones presidenciales del 16 de Mayo del 2004 la República Dominicana se integra a los países que permiten a sus compatriotas en el extranjero ejercer el sufragio donde residan, constituyendo un justo acto de reconocimiento a los aportes económicos de los dominicanos.
Con la reforma constitucional del año 2010 aumentaron los derechos políticos de la comunidad dominicana fuera del país, pudiendo elegir representantes por ante la Cámara de Diputados y permitiendo de esta manera que los dominicanos tuvieran voces en representación de sus inquietudes y sus problemas.
Sin embargo, al paso de los años hemos observado con preocupación que el comportamiento de estos legisladores no ha estado a la altura que merece la comunidad dominicana en costas extranjeras, ya que los proyectos sometidos han sido pobres, y más triste ha resultado que en medio de la pandemia del Covid-19 no hemos visto a ninguno de estos llamados diputados de “Ultramar” asistir a los medios de comunicación a brindar ‘confort’ u orientación a la Diáspora dominicana.
Estos representantes no han sido capaces de solicitarles a las autoridades de salud de los diferentes países donde residen comunidades nativas a que den a conocer cuántos dominicanos han fallecido en tierras lejanas por causa del Coronavirus, tanto en los Estados Unidos, Europa, el Caribe como en Canadá, ni han mostrado solidaridad ofreciendo apoyo emocional o económico a nuestros conciudadanos.
Por el contrario, lo que sí estamos viendo es cómo esos partidos de una manera desesperada piden hoy que a los dominicanos se les permita votar en las elecciones pautadas para el 5 de julio del presente año, a pesar de que en su mayoría no lo hacen porque les importe la comunidad Dominicana sino por el caudal de votos que pueden recibir sus candidatos.
Ante la cercanía del proceso electoral la Fundación de Dominicanos en el Exterior llama la atención a estas organizaciones sobre los problemas que siempre enfrentan los viajeros dominicanos retornando al país.
FUNDOREX tiene la inquietud sobre qué proponen los partidos y sus candidatos presidenciales con relación a los altos precios de los pasajes. ¿No es este año y el próximo el tiempo oportuno para recuperar los viajes en masa hacia el país decretando una gracia impositiva que permita a las líneas aéreas ofrecer pasajes más baratos? Antes que una pérdida de ingresos al Estado sería una inversión a mediano plazo ya que la misma puede ser recuperada luego por visitas en masa.
FUNDOREX se pregunta, además de los controles obligatorios a causa del coronavirus, ¿qué facilidades en personal asignarán a los aeropuertos las autoridades para enfrentar el costoso problema que representa para los viajeros el que sus equipajes hayan sido extraviados, especialmente en la época navideña? ¿Hasta cuándo deberán retornar los viajeros a los aeropuertos en procura de maletas perdidas?
FUNDOREX se cuestiona cómo es posible que se atraigan inversionistas extranjeros prometiendo estímulos impositivos, garantías, seguridad jurídica cuando no se ofrecen por igual al criollo ¿es que el remesador dominicano se considera un inversionista obligado?
Antes que eso los dominicanos y dominicanas son inversionistas especiales (VIP) en función de los cuantiosos recursos que envían al país y son por igual, entes económicos a los que hay que mantener y atraer con concesiones. ¿Qué pasa en épocas navideñas con las gracias de regalos a familiares? Por qué en este año la exoneración de carga impositiva en electrodomésticos y regalos ofrecida por la Dirección General de Aduanas (DGA) no se aumenta a los 5 mil dólares?
Por Santos Acevedo