Ramón Font Bernard, quien falleció en 2006 a causa de un derrame cerebral, fue un intelectual y político que trató de reducir los niveles de represión e intolerancia política que acometía el gobierno del presidente Balaguer, cuya reputación tras del asesinato de Orlando Martínez, en 1975, descendió al l fondo del mar.
Junto a otros “reformistas de la luz”, como los llamaba el doctor José Francisco Peña Gómez, el también historiador habría logrado convencer al caudillo sobre la necesidad de cambiar radicalmente la imagen del gobierno matizada por asesinatos, encarcelamientos y exilios forzosos, por razones políticas.
Fue en ese contexto que Font Bernard abordó a jóvenes clubistas, cuyas vidas, según él mismo refería, pendían de un hilo por la tenaz persecución que sufrían por parte de la Banda Colorá, de la Policía y de los de los servicios de inteligencia del gobierno.
Acepté la sugerencia de ese funcionario, de presentarme ante el presidente Balaguer en el Palacio Nacional, pero con la condición de que iría acompañado de mi padre, mi hermano y dirigentes del club Salome Ureña, lo que fue aceptado por mi interlocutor.
La noche del 20 de mayo de 1975, arribamos al despacho del doctor Balaguer, escoltados por Font Bernard, quien me presentó ante el mandatario como un joven (yo tenía 20 años) promotor de la cultura y el deporte, que como otros sufría el acoso de “la Banda” y de propias autoridades.
Balaguer hizo referencia a la violencia que grupos de izquierda promovían en barrios populares, a lo que respondí de inmediato: “Presidente, si usted tuviera mi edad lucharía igual para que el gobierno construya una cancha deportiva, una escuela y un liceo en su barriada”.
A partir de ese momento, el mandatario cambio radicalmente su retórica. Pidió la presencia del jefe de la Policía de entonces, a quien le dijo: a usted le encomiendo la vida de este valeroso joven, ¡asediado por esos grupos vandálicos!, en obvia referencia a la Banda Colorá.
Al otro día, Listín Diario publicó una foto en primera página en la que figuraba el presidente Balaguer mientras entregaba al suscrito y demás comisionados un cheque por diez mil pesos para la adquisición del local alquilado donde operaba la escuela del club.
Quizás ese andamiaje teatral estaba previamente montado, como parte de algún plan de mercadeo político para intentar cambiar la imagen del gobierno, pero creo firmemente en las buenas intenciones de Font Bernard, que siempre estuvo consciente de que el aparato represivo del régimen mataba por verlos caer.
Por Orión Mejía