Con el triunfo de Javier Milei en Argentina sin lugar a duda que fracasa el sistema democrático, una democracia ideal no solamente se sustenta en la cantidad de votos que saca un candidato, la democracia también se sustenta en valores, que de hecho son más importante que acudir a las urnas y contar los votos.
La democracia en su esencia es un sistema político que se basa en la participación ciudadana, respeto a los derechos humanos, en la igualdad, en la toma de decisiones colectivas y la aplicación justa y equitativa de la ley. Esos valores son fundamentales para el buen funcionamiento de un sistema democrático y contribuyen a la creación de sociedades justas, inclusivas y participativas.
Milei pretende recortar programas sociales, su programa no es democrático y de seguro va a perjudicar a los sectores más débiles de la sociedad, plantea propuestas extremistas que, según él son necesarias para revertir una economía y un gobierno quebrado.
El nuevo presidente de Argentina ha prometido recortar el gasto público y los impuestos, cerrar el Banco Central de Argentina y reemplazar la moneda nacional, el peso, con el dólar estadounidense. También ha propuesto prohibir el aborto y solo considerar como países aliados de Argentina a las naciones que quieran combatir el socialismo, y a menudo pone como ejemplo a Estados Unidos e Israel.
Desde luego cabe preguntarse ¿porque Milei ha conseguido tanto apoyo que lo llevó a la presidencia de la república? ¿Como es posible que un partido antisistema (La Libertad Avanza) que no existía hasta hace dos años gane las elecciones?
La respuesta puede ser tan complicada como sencilla, Argentina está sumida en una profunda crisis económica, con una inflación anual que supera los dos dígitos y con índices de pobreza que van en aumento, acompañado del hartazgo con el peronismo, todo esto elementos fueron fundamentales para la arrasadora victoria del candidato libertario.
Desde luego, solo resta esperar si es posible poner en la práctica sus planteamientos, deseando todo lo mejor para ese país, lo que, sí está claro es que los argentinos estaban ante dos disyuntivas, el desastre o la locura, optaron por la locura que ojalá no lo lleve al desastre.
Por Pablo Vicente (fujudel@gmail.com)
*El autor es abogado, magíster en derecho electoral y presidente de FUJUDEL.