Oí a una persona contarle a otra, que una vez necesitó los servicios de un compañero de trabajo de menor jerarquía que ella, acordaron una hora específica, ya que la encomienda era delicada.
Cuando se pasó el tiempo en que debían reunirse, desesperada, le informó a la supervisora del joven que este no había llegado, queriendo saber si le había pasado algo…
Aparentemente, al joven le llamaron la atención, y muy altivo fue donde la señora y le dijo: “La próxima vez que me necesite, comuníquese directamente conmigo, me estaban presionando, y yo no le cojo presión a nadie”. Esta última palabra, la pronunció como si estuviera en negritas y entre comillas.
Al oír esto, reflexioné mucho, y llegué a la conclusión de que hay que felicitar a una persona, que, siendo un asalariado, se atreva a hacer semejante afirmación.
El recibir y aceptar presión está directamente relacionado con la posición que ocupemos, y con el grado de responsabilidad que tengamos.
Mis “felicitaciones” a ese joven, es una enciclopedia de la cual hay que nutrirse para aprender, pero le auguro que, con esa actitud, difícilmente pueda ascender del pequeño puesto que tiene y que le hace creerse superior, ya que, aun siendo su propio jefe, habrá momentos de presión en su vida, o siempre será un mediocre.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica