El Covid, además de cualquier daño físico que pueda dejar en las personas, independientemente de que nos hayamos contagiado o no, ha dejado algunas mentes sumamente afectadas.
En mi caso particular, mi vida era muy diferente cuando salía bien temprano de la mañana para mi lugar de trabajo y regresaba en ocasiones, de noche. Muchos episodios que se daban en el barrio, generalmente no eran de mi conocimiento.
Ahora, mi situación es muy diferente, debido a que inicié los trámites de pensión, lo que significa que la mayor parte del tiempo estoy en mi casa, pero siempre estoy activa, escribiendo y generando cosas positivas.
No sé si es porque todos los moradores del barrio saben que soy psicóloga, pero una gran cantidad de las personas que me abordan, vienen a contarme cosas negativas que nada me aportan, es como si yo tuviera un letrero que dijera: “Descárguense en mí.”
Como las situaciones que me afectan me duran poco, me hice un autoanálisis, llegando a la conclusión de que me estoy poniendo dramática y miedosa, a tal extremo, que pensaba cancelar una actividad a la cual estoy loca por asistir, con la excusa de que la cosa está muy peligrosa para andar de noche…
Antes de ponerle punto final a mi comportamiento me hice las siguientes preguntas:
– ¿Es la primera vez que vives en un barrio?
– ¿Desde cuándo permites que tantas personas vengan a contarte cosas trágicas?
– ¿Dónde está esa mujer activa que cuando quiere ir a ver a un artista, o un show de su gusto, contrata a un taxista y se va?
Luego de analizar y sacar conclusiones, a la primera persona que vino a saludarme, y que es reincidente en hablar de cosas negativas, con toda la delicadeza del mundo, le dije: “a partir de hoy, mis oídos están cerrados para esos fines”.
Todos los días suceden cosas buenas y malas, pero estas últimas, suenan más. Mi exhortación, es que hay a que vivir siempre tomando las precauciones de lugar, reconociendo las amenazas para que aprendamos a defendernos y cuidarnos. Lo más traumático de tener miedo, es permitir que este nos inmovilice.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica