La Organización de los Estados Americanos OEA y la Comunidad de estados Latinoamericanos y caribeños CELAC, que agrupan a los países del caribe y América Latina, marchan de manera paralela, ya que la OEA tiene una historia de sumisión a la injerencia de los Estados Unidos en los países de la zona, además de ser inoperante como instancia multilateral, lo que ha provocado fuertes cuestionamientos internos.
Por el otro lado la CELAC fundada en 2011, es un mecanismo regional de concertación, interesado en avanzar en la unidad y la integración política, económica, social y cultural, el bienestar social, la calidad de vida, el crecimiento económico, promoviendo el desarrollo independiente y sostenible, sobre la base de la democracia, la equidad y la más amplia justicia social.
El fracaso de la OEA, que fue constituida en 1948, hace ya 74 años como un foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de América, ha quedado evidenciado en su polémico comportamiento e incapacidad para ser arbitro de los diferendos entre los países, lo que ha provocado un aumento de la falta de confianza y un mayor descredito de la organización regional.
La historia de la OEA desde su fundación se ha caracterizado por un comportamiento parcializado, alejado de la objetividad, dejando a un lado la agenda de los países de la región, favoreciendo siempre intereses que no son los de América Latina y sus pueblos, lo que ha desprestigiado a esta organización, que ya no es vista, como un mecanismo de integración, concertación y dialogo.
Esta situación se ha visto acentuada en los últimos años donde el rol de la OEA, en los casos de Bolivia y otras naciones, ha sido desastroso para la democracia en la región, lo que ha agudizado la crisis de credibilidad que padece esta organización de la cual se habla de sustituirla por un organismo que represente, otra relación entre América Latina, el Caribe y Estados Unidos.
Por el contrario, la CELAC con una visión clara de su papel en la región se viene fortaleciendo con la firme voluntad de construir un organismo multilateral dirigido a que América Latina y el caribe se dirijan a un proceso integrador más profundo, mediante la habilitación de consensos y espacios de diálogo, incluso en medio de una absoluta diversidad ideológica y una real cooperación y solidaridad entre los pueblos.
La CELAC, fundada a instancias del fallecido ex-presidente venezolano Hugo Chávez y otros gobernantes de la izquierda progresista Latinoamericana, avanza con sus altas y bajas y se encuentra en estos momentos en un punto en que debe reflejar una férrea voluntad de impulsar un nuevo regionalismo que consolide una verdadera integración de los pueblos de América latina.
La OEA y la CELAC verdaderamente representan dos caminos diferentes y dos visiones contrapuestas de hacia dónde debe ir una región, que ha tenido que soportar en gran medida la intromisión en sus asuntos internos, abusivas intervenciones militares, crueles y despiadadas dictaduras, groseras violaciones a los derechos humanos y altísimas condiciones de pobreza, marginación y exclusión.
En una época en la que se han fortalecido los movimientos sociales y el tema ha vuelto a ser importante, en que el movimiento indígena tras siglos de marginación se ha constituido en un influyente movimiento político y el surgimiento de nuevos gobiernos progresistas en la región, hacen necesario una organización diferente a la tradicional OEA, que este a la altura de la nueva situación que se presenta en la zona.
Una organización como la CELAC que con una visión clara del pluralismo y la diversidad política e ideológica, mediante iniciativas que ayuden a construir y fortalecer estructuras, creando confianza en el desarrollo regional propio, que rompa con los monopolios mediáticos y con las tradicionales elites conservadoras, podrá dar respuestas adecuadas para sacar a América latina de su crisis actual.
Todo esto será posible cuando los pueblos latinoamericanos se den cuenta del potencial de su gente y de su región y de como con su unidad e integración, lograran la fuerza necesaria para insertarse y negociar en mejores condiciones con las naciones poderosas que hoy tratan de dirigir al mundo, lo que ayudaría en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
La historia de América Latina en medio del reacomodo geopolítico global, la crisis por la subida en los precios de los alimentos, combustibles y fertilizantes, la inflación mundial y las condiciones internas de cada país, demandan de organismos internacionales que expresen los sentimientos de los pueblos de la región, de modo que se puedan enfrentar con éxito los retos y desafíos del presente.
OEA y CELAC dos caminos diferentes que conducen a lugares distintos, una OEA con una historia de fracasos y una CELAC emergente, con una visión de la unidad en la diversidad de América Latina, como muy bien lo dijo el papa Francisco,’’ El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de la ideología. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana”.
Por Luis Fernández
*El autor es político y comunicador