No todas las personas que durante un espacio largo de su vida han trabajado, con mucho esfuerzo algunos, otros, “amarrando la chiva”, como decimos los dominicanos, especialmente si son empleados públicos, están preparadas para el momento en que tienen que retirarse, ya que califican en todos los sentidos para irse a sus hogares pensionados.
Muchos caen en estado depresivo; para otros, dentro de los cuales me incluyo, el retiro no estaba dentro de sus planes.
Puedo afirmar, con toda la sinceridad del mundo, que a pesar de que reunía todos los requisitos para iniciar el trámite, nunca pensé en eso, pues siempre desarrollé, durante mis años en el sector público, un estilo de trabajo que nada tenía que envidiarle al que se realiza en el sector privado.
La última posición que desempeñé fue un reto: dirigir la Oficina de Acceso a la Información del Ministerio de Turismo, luego de pasar por otras posiciones. Inicié desde cero en el puesto, y cuando llegó el momento definitivo, salí orgullosa de la labor realizada y con una puntuación excelente recibida de parte de la institución que fiscalizaba estas oficinas.
Nunca pasa una semana sin que alguien de los que trabajaban bajo mi dirección, me llame para reiterarme su amor incondicional. Con algunos hubo una afinidad tan grande, que pasamos a ser amigos personales.
A diferencia de muchos empleados públicos, los cuales tienen el corazón resentido, cuando pienso en ese ministerio, solo recuerdo lo bien que me sentía en ese puesto, porque se parecía a mi: transparente, por encima de todas las cosas; siento que mi vida es como un cristal, tal como era mi área de trabajo. Cuando llegó el momento no esperado, lo tomé, gracias a Dios, con toda la naturalidad del mundo. Me mantengo activa y con la mente bastante ocupada.
Me siento viva, activa, llena de esperanzas, feliz porque estoy cosechando el amor que sembré, y deseando que muchas personas en mi situación, aprendan que pueden estar pensionadas del trabajo, pero no de la vida. Siempre quedan cosas interesantes por realizar, especialmente cuando se ama lo que se hace, y no se permite que ninguna posición te haga creer que eres superior. Al final se cosecha lo sembrado.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica